"Ser editor en el Perú es como manejar una combi".

AutorBonilla, Manuel

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Álvaro Lasso es editor. Es joven y es peruano también. Dirige la editorial Estruendomudo, que en dos años de existencia ya ha publicado una veintena de libros. Para él, >. Las condiciones peruanas, como el tráfico, son duras, insoportables a veces. Pero al final se pueden resumir en un arte: aprender a llevar el carro.

Casi siempre el mercado editorial sigue una pauta darwinista: en la jungla, en esa selva entramada de autores y libros, los más fuertes, los de más años y las tremendas bestias sobreviven. Otras veces, la sangre joven arremete, como David contra Goliat, abriéndose camino, dando que hablar y que leer. Evaluar la emergencia de esos pequeños e imberbes núcleos editoriales supone algunos retos, y admite algunas miradas. Podemos entender esa problemática identificando al trío de actores involucrados: autores/ creadores, editores y lectores. En el caso peruano, los tres comparten la juventud y los bríos de buscar algo nuevo. Eso ha permitido hablar de escritores jóvenes, editoriales jóvenes y lectores jóvenes. ¿El interés de los lectores puede ser moldeado por el editor? Puede ser el caso que sea todo lo contrario, pero al revés: ¿Los lectores marcan el rumbo de las editoriales y los escritores? Entonces, por un lado, empiezan a aparecer e inundar las librerías, tanto las miraflorinas y sanisidrinas como los stands en Quilca, libros de estas nuevas editoriales (Estruendomudo, Matalamanga, Saritacartonera, Laberinto) que son buscados como panacea por un grupo joven. Eso no puede pasar desapercibido. Ha sido una labor de hormiga, al principio subterránea, y ahora vuelta incontenible, virulenta en el sentido de propagación.

En la otra esquina y en el barrio del costado, la opinión pública y el gran imaginario nacional considera un paradigma de escritor peruano consagrado (y vivo), que publica en grandes sellos y que ha obtenido algún premio. Todos ellos inmediatamente después de un altar mediático que ocupan Vargas Llosa y Bryce. Y, bueno, para situar a los escritores jóvenes, solo alcanzan esa etiqueta Roncagliolo y Alarcón. Esa visión tan repetida y casi vuelta convención deja muchos vacíos por considerar. Entonces, escritores como Luis Hernán Castañeda o Carlos Gallardo o Edwin Chávez o Johann Page, que también son jóvenes, ¿dónde se ubican en ese mapa? ¿En un circuito alterno, clandestino o paralelo? ¿Se puede hablar de una >, de un clima que marca las coordenadas de un nuevo consumo de libros y de una nueva manera de producirlos y acercarse al...

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