Dos meses presos en Rusia

Fue el mejor regalo de Navidad que podrían haber recibido. El 25 de diciembre, después de más de dos meses de estar presos en Rusia, los activistas de Greenpeace acusados de piratería recibieron la amnistía y horas más tarde emprendieron la vuelta a casa. Habían sido imputados por intentar trepar una plataforma petrolera en el Ártico y se enfrentaban a la posibilidad de pasar 15 años en una prisión rusa.Camila Speziale y Hernán Pérez Orsi ?los dos argentinos que formaban parte de la tripulación integrada por activistas de 18 países? narraron a El Comercio lo que vivieron y todavía no lo pueden creer. Es como si todo hubiese sido una película que podría no haber tenido un final feliz.?Por momentos sentí mucho miedo. Se me cruzó por la cabeza que podía estar ahí por 15 años y no ver a mis hermanos crecer ni poder seguir estudiando. Me imaginaba volviendo a la Argentina después de 15 años y encontrar todo cambiado?, dice Camila.Tiene 21 años y es la más joven del grupo. Se unió a Greenpeace hace cuatro años como voluntaria. Había participado en acciones dentro de la Argentina y en Chile, pero nunca había hecho un viaje tan largo. Por eso saltó de la alegría cuando la convocaron para ser una de las tripulantes del Arctic Sunrise, el barco que tenía como misión abordar la plataforma petrolera de la empresa rusa Gazprom y colgar un cartel con la leyenda ?Salvemos el Ártico?.?Para mí que me hayan llamado para una acción internacional fue un privilegio y una aventura. ¿Cuántas veces en tu vida te podés ir en un barco al Ártico? Además, era mi primer viaje sola y para mí era una experiencia totalmente nueva?, comenta. Claro que no se imaginaba lo que vendría después.El 18 de septiembre, cuando estaban por escalar la plataforma, los activistas fueron detenidos por la guardia costera rusa. Ahí comenzó su odisea judicial. Acusaciones de piratería y vandalismo, dos meses en prisión, libertad bajo fianza en San Petersburgo y, finalmente, la amnistía.?Fue un momento sacado de una película. Bajó un helicóptero con soldados encapuchados y con ametralladoras. Nos empujaban, nos gritaban y nadie nos decía que nos estaban deteniendo?, recuerda Hernán. ?Ahí comenzó la pesadilla de estos tres meses. Nos acusaron de piratería y nos encerraron?, añade.UN TERRIBLE ENCIERRO

Mientras estuvieron presos, los activistas de Greenpeace pasaban 23 horas por día en su celda. Solo tenían una hora para ir a un lugar común y estar en contacto con sus compañeros que estuvieran...

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