La doble vida de los partidos

Por Juan Paredes Castro. Editor central de Política

Si cada cierto tiempo nos preguntamos dónde están los partidos políticos, es porque parecemos no estar convencidos de su existencia real más allá de los tiempos electorales.

La reaparición última de algunos de ellos en la palestra de la revocación de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, no es un espejismo en el desierto político del país. Es la prueba palpable de que las convocatorias electorales los sacan del estado cataléptico en el que viven el resto del tiempo o, como en el caso del Apra, del sueño en sus laureles, bajo el insomnio caudillista de Alan García.

O sea que los partidos en el Perú tienen dos maneras de estar presentes. Vivitos y coleando, como peces en el agua, cuando de votos se trata. Y muertos en vida una vez que la ciudadanía delega poder presidencial, parlamentario, regional o municipal.

Cumplido el rito quinquenal electoral, la representación parlamentaria pasa a reflejar la sobrevivencia precaria de los partidos y el aura diabólica del voto preferencial, que lleva y trae cualquier cosa.

La disyuntiva que tenemos que zanjar en algún momento es si nuestro sistema político democrático va a continuar pretendiendo estar basado en partidos y no más en una caricatura de estos con refuerzo de sus caudillos de turno, o es que estamos yendo hacia nuevos modelos de representación y de presión social, detrás del principal caldo de cultivo nacional en boga: el de los conflictos sociales.

¿Dónde reside la capacidad de resurrección de algunos partidos y la capacidad de desaparición de otros?

Este es un secreto que sociólogos y politólogos tienen que buscar en el proceso social histórico vinculado a las aspiraciones de poder y su...

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