Discrepancias constructivas

Por Periodista colombianaCada cierto tiempo el Congreso de la República debe decidir entre compartir o no con el Ejecutivo su facultad legislativa. En esta oportunidad, dicha decisión era especial, pues el 8 de setiembre, el gobierno de turno presentó un solo proyecto de ley de delegación de facultades legislativas, el mismo que no podría dejar de calificarse como temerario y algo irresponsable (considerando la forma de su presentación) al contener 33 materias. Desde la Comisión de Constitución y Reglamento, he sido testigo de excepción de todo un proceso en el cual, si bien comprendíamos la necesidad de la solicitud efectuada (teniendo en cuenta la desastrosa situación que ha dejado la administración Humala), debíamos administrar y darle viabilidad al pedido efectuado, siendo cautelosos con los intereses de los más necesitados y de la ciudadanía en general. El reto era inmenso, lo que obligó a que el Parlamento en pleno se abocara casi en exclusiva a esta labor. Apenas llegó el proyecto, se tomó la decisión de derivarlo a la Comisión de Constitución, inmediatamente después, por unanimidad (pero con bastante escepticismo), se enviaron solicitudes de opinión a diez comisiones ordinarias; se recibió a gran cantidad de ministros y no se dudó en desarrollar sendas y maratónicas sesiones extraordinarias, con el objeto de comprender los verdaderos alcances de la solicitud efectuada. Luego del análisis por materias y contando con las importantes opiniones de las comisiones, se logró dictaminar un proyecto con más de 20 precisiones o ?candados? que aseguraban un uso adecuado del poder. Tres semanas después (casi un récord, teniendo en cuenta la multiplicidad de los temas), se debatía en el pleno del Congreso el proyecto de ley corregido y se efectuaban las precisiones finales, para otorgar finalmente la delegación solicitada. La forma como se ha administrado esta solicitud ha recibido el reconocimiento de los diferentes grupos políticos, pues a través de ello se ha demostrado que no existe una actitud obstruccionista por parte del Parlamento. Y que, hoy por hoy, contamos con un Congreso serio y responsable, el mismo que ejerce el control político como la Constitución Política se lo exige. Que no existe voluntad de sorprender a nadie y que el único objetivo era encontrar una fórmula que beneficie a todos, al Poder Ejecutivo, al Congreso de la República, al Estado Peruano y, por sobre todo, a los ciudadanos peruanos. El resultado ha sido obtenido...

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