Diez años de la Reserva Comunal Asháninka

Por Vanessa Romo Espinoza

Satipo. En Osheruato vive Percy García, el jefe del lugar. Llegar a esta comunidad asháninka no toma más de 40 minutos en bote desde Puerto Ocopa y por el río Ene, en la selva de ese Junín en emergencia constante por el narcoterrorismo. Pero hace 17 años, para Percy, este trayecto fue lo más difícil que tuvo que hacer. El trauma se confundía con la alegría: regresaba a su tierra donde Sendero había matado a dos de sus hermanos frente a él.

Percy tiene la mirada amable pero fiera de los asháninkas. Ofrece una sonrisa pero cargada de preguntas. La desconfianza es algo que adquirieron en esos tiempos en que su pueblo se vio diezmado y desplazado.

Ese justificado temor a ser engañados es el mismo que ahora vuelcan a las entidades del Estado que les prometen mejoras que no ven. Como esa posta que se construye pero en la que no hay personal que atienda a sus niños que sufren desnutrición crónica.

Hace diez años, que se cumplen mañana, el Estado también llegó con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) que administraría tres zonas. Una de ellas es la Reserva Comunal Asháninka, que colinda con 36 comunidades nativas.

Tras una década, la desconfianza continúa. Ruth Buendía, presidenta de la Central Asháninka del Valle del Río Ene (CARE), y una de las principales voces de esta selva alta, dice segura que la reserva es una amenaza más para su pueblo.

?Nosotros siempre hemos cuidado nuestro bosque. Ahora con la reserva se nos ha quitado territorio. Nos dicen que será para nuestro beneficio, para el futuro de nuestros hijos, pero a ellos tampoco los dejarán usarla?, dice.

A Ángel López, de la comunidad de Pitzshiquía, se le corta la risa cuando se le habla de la reserva. ?El Sernanp es el dueño de esa tierra, ya nosotros no?, dice con un tono frío y termina la conversación. A dos de sus parientes los han procesado por cruzar el límite de sus comunidades, llegar a la reserva y sacar madera para comercializarla, prohibido para un área protegida.

Ruth reclama que tampoco les dejan sembrar en la reserva café ni cacao, dos productos rentables para la...

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