Javier Diez Canseco y la renovación de la izquierda: a mi tio Javier.

AutorFern

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

La muerte de Javier Diez Canseco conmovió profundamente a la izquierda local. Y no solo por la pronta desaparición del compañero y líder político (su despedida congregó a centenares durante tres días). Conmovió, sobre todo, por los balances de "fin de época" que se vienen dando en sus predios, y fuera también. Evaluaciones partidarias o independientes que pondrán a contraluz trayectorias inconsistentes, conciencias rendidas, voluntades doblegadas de militantes activos y retirados, sobre todo de aquellos que lo acompañaron en sus primeras horas de lucha. Desempeños que se destiñen a la sola comparación con una trayectoria construida a base de convicción, tenacidad y compromiso con los necesitados. Una historia de valentía para investigar y denunciar lo distinguió de la medianía política de sus adversarios y correligionarios. Una mezcla de autoridad y legitimidad que otorga la honestidad y la consecuencia. La izquierda en su conjunto--la antigua y la nueva, si la hay--se interpela dolorosamente frente a la figura de tan guerrero (certera imagen de La República) muchas veces incomprendido. Una trayectoria política plagada de luchas, golpes y adversidades que nos confronta--hay que admitirlo--con nuestras propias vacilaciones y flaquezas.

La desaparición de Diez Canseco, entre otras dimensiones, nos plantea el tema de la renovación en la izquierda peruana. No solo etaria, sino sobre todo política y cultural. Esta doble dimensión la expresó él mismo en sus pinitos políticos como dirigente estudiantil en la Universidad Católica, liderando los vientos de cambio que trajo el surgimiento de la denominada Nueva Izquierda. Su rebeldía revolucionaria, inspirada en las resonancias de la Generación del 68 y la Revolución cubana, adquirió ribetes místicos con gestos de otra época: su trabajo de base con los obreros de La Oroya, con los campesinos de Puno, con las víctimas de la violencia política. Pero al mismo tiempo, Javier asumió los cambios operados a nivel global y en la propia izquierda: su discurso fue variando, que no es lo mismo que renegar de sus principios, hasta adaptarse a la nueva época (sí, la globalización) sin perder la fe en la Revolución (aunque esta se resignificara en un programa de cambios progresivos en la desigual estructura de oportunidades en la que vivimos). Fue un giro pragmático, casi de supervivencia. De reposicionamiento en un escenario adverso en el que, como señala Sinesio López, la izquierda debía...

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