La dictadura en la sombra.

AutorS
CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Dos novelas chilenas, La vida doble de Arturo Fontaine (Alfaguara, 2011) y Almuerzo de vampiros de Carlos Franz (Alfaguara, 2007), muestran que los durísimos años de la dictadura de Augusto Pinochet siguen deambulando, cual fantasmas insomnes, en la bonanza económica que caracteriza al vecino país del sur desde principios del siglo XXI. Ambos novelistas se encargan de presentar la idea de que existiría un lazo entre ese pasado pobre y turbio y este presente rico e iluminado. En las dos novelas se narra desde un presente un pasado oscuro, nocturno, caracterizado por las calles vacías y la aparición de conductas perversas y sádicas. Generalmente lo hacen en calabozos o en boîtes, tabernas o clubes nocturnos. En las dos novelas hay un corte oficial entre esos momentos de la historia chilena, evidenciado en la separación de los capítulos. En el caso de Carlos Franz, unos aluden al presente y otros al pasado, y en el caso de Arturo Fontaine se narra desde la distancia geográfica, pues la historia es contada en Suecia, donde radica, exiliada, la protagonista. Ella acepta conceder una larga entrevista --que a la postre será la novela-- con el propósito de hacer un reportaje o una obra de ficción de su desgarrada historia.

La novela de Carlos Franz se ubica en tiempo presente en la terraza de un restaurante de moda santiaguino llamado Le Flaubert. En aquella terraza se citan dos amigos: uno que viene de vacaciones a Chile, antiguo exiliado, y otro, una especie de residuo de los años revolucionarios y de la consiguiente represión que él añora, curiosamente. Esos tiempos, si no fueron los mejores, mostraron lo mejor y lo peor de la sociedad chilena. Fueron, además, los años de su juventud dorada. El narrador bautiza a este personaje, políglota e ilustrado, que se niega a engancharse en la bonanza chilena, Zósima, igual que el austero monje ruso que aparece en la novela Los hermanos Karamazov.

El personaje central de la novela de Arturo Fontaine, en cambio, es más complejo: se trata de una mujer que se pasa del bando revolucionario al de la represión, traiciona a sus compañeros y, en principio, goza del oscuro arte de la delación. Es una soplona. Se corrompe a sí misma cuando convive con sus torturadores. "Irene" o "Lorena" es presentada en cuatro grandes momentos de su vida: de niña, con su padre amoroso; de joven, revolucionaria e idealista; después de su captura, traicionera y lujuriosa, cínica y, por último, cansada y enferma, refugiada en Estocolmo.

En las dos novelas, los personajes principales se ubican alrededor de la autoridad fascista vigente: son policías, detectives, expertos en reprimir, "tiras" que trabajan en La Central de Inteligencia. Son de mando medio. Personajes que provienen de una clase media poco ilustrada o de la clase alta que se engancha en ese ámbito una vez instalada la dictadura. La dictadura propicia un estilo de vida. O uno se acomoda con ella o la combate en la clandestinidad. Y este es uno de los estilos: convertirse en agente de la represión, trabajar para el gobierno de facto. Ese aspecto es interesante: ambos escritores indagan en el infierno de los calabozos represivos, en esas celdas sin luz, siguiendo paso a paso la...

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