La dicha convertida en condena.

AutorCrespo Gonzales, Silvia
CargoDIARIO VIVIR - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Ser madre se presenta, en muchas mujeres, como el uso irrefutable de la libertad. Esta es una condición biológica que numerosas mujeres asumen y anhelan, pero ?qué sucede cuando esa libertad se encuentra tras las rejas? Qué sucede cuando no puedes ejercer plenamente ese deseo? La maternidad no es una condena, es una dicha, pero en el Establecimiento Penitenciario de Máxima Seguridad de Mujeres en Chorrillos ser madre se presenta como una afrenta a las leyes y a la condición de apresada que debes acatar.

Los muros contienen y se apropian de la libertad. La infancia se perfila como una etapa decisiva en el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y emotivas en todo ser humano, etapa que debe ser acompañada de dicha y libertad. La cárcel, por el contrario, custodia y recluye la libertad de las internas y de sus pequeños, aquellos que las acompañarán durante los primeros tres años de sus vidas.

La puerta del penal de Chorrillos colinda con la Av. Huaylas. La vereda que se halla entre estas es casi inexistente, sobre todo los sábados. Ese día se abarrotan las mujeres y forman una larga fila esperando la apertura de ese portón plomizo y vetusto.

La puerta se abre y la rutinaria identificación comienza. DNI, ¿a qué pabellón va? ¿A quién viene a visitar? Somos marcadas con un plumón con el número de visita correspondiente. Nuestro antebrazo se llena de números, un sello del INPE y otro sello que siempre emula algún recuerdo infantil. Esta marca es la que debes mostrar al ingresar y al salir de la cárcel, es la marca que te diferencia de las mujeres privadas de su libertad.

Los escotes no están permitidos. La falda debe estar debajo de la rodilla. Es mejor cubrirse de los ojos libidinosos de los guardias y de alguna interna que haya desviado sus gustos sexuales.

La revisión comienza. No se permiten celulares, llaves, armas de fuego, objetos punzo-cortantes. Los paquetes pasan por una máquina de rayos X, al igual que en los aeropuertos, y son revisados con premura. Hay muchos que esperan su turno.

--Solo pueden entrar cinco manzanas, nada más.

--Pero señor, yo no vengo nunca, es la última vez que traigo esa cantidad.

El guardia la piensa dos veces; es que las internas pueden macerar las manzanas y convertirlas en licor.

--¿A qué pabellón va?

--Al pabellón A.

--Ya, pase, pero que sea la última vez.

El pabellón A es al que me dirijo y en donde están recluidas las sentenciadas por el delito de terrorismo, por pertenecer a Sendero Luminoso. Existe una cierta diferenciación entre las internas autodenominas políticas y las comunes. Las primeras llevan una vida ordenada. Por lo que he observado, tienen un horario establecido, leen todo lo que llega a sus manos, organizan grupos de estudios y todas desarrollan algún tipo de arte, sea pintura, escultura, danza o teatro. Las segundas se dedican más a los oficios manuales, generan ingresos para su familia, realizan sus quehaceres individuales y no forman parte de un frente unificado.

Atravieso otra puerta. Un cuarto pequeño se cierra y la revisión personal comienza. Me palpan los senos para asegurarse de que no esconda nada en el sostén. La guardia pasa sus manos por mi parte púbica, verificando que no transporte alguna sustancia o cosa prohibida dentro del penal.

Para traspasar el último umbral enrejado hay que mostrar las marcas dejadas al inicio: se presentan como un pase privilegiado.

Veo los primeros indicios de presencia infantil en este lugar lúgubre. Un sube y baja, un tobogán y un columpio encima de un pasto marchito son los juegos que forman parte de la pequeña zona recreacional destinada a los infantes, ubicada en el exterior de los pabellones.

Iris Quiñones tiene dos hijos. El mayor nació cuando gozaba de libertad, mientras el segundo fue concebido tras las rejas. Ella accedió a dar testimonio de cómo vivió su gestación y maternidad en la cárcel. Ser madre es un hecho que persigue y condena a estas mujeres, por ello el tratamiento que se le da al tema debe ser cuidadoso.

--Un día vinieron unas chicas...

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