Un día de paz

Por ANGUSLaurieEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. El viernes 22 de setiembre fue el Día Mundial sin Automóvil. En Lima, aparte de algunas iniciativas organizadas por municipalidades y grupos que promueven el uso de la bicicleta, la fecha pasó como cualquier otra. La cacofonía ocasionada por motores, alarmas, cláxones, frenos y la fricción de las llantas pasando sobre el asfalto fueron omnipresentes, como si se tratase de cualquier día en la capital. En cambio, el domingo pasado fue un día de paz. La prohibición de movilizarse en automóvil, debido al censo nacional, logró transformar la ciudad completamente. Al despertar el domingo, se pudieron escuchar muchos sonidos que siempre habían estado presentes en la ciudad, pero que casi nunca se podían percibir. Sin la capa abrumadora de sonido creada por los automóviles, se podía escuchar el trino de los pájaros, las voces de las personas hablando en la calle, los niños jugando y el sonido de los televisores y las radios en las viviendas cercanas. Sabemos que el ruido del tráfico propicia hipertensión, estrés y depresión en la sociedad. En cambio, el día del censo fue pacífico ?como si se tratase de unas vacaciones dentro de la propia ciudad?. Se abrió una ventana hacia tiempos pasados cuando las tradiciones culturales todavía eran más importantes que el actual consumismo, y cuando las tiendas y los negocios cerraban un día cada semana. Esa tradición aún se honra en algunas ciudades como Viena.Más allá de la...

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