Desprotegidos

Hace unos días se hizo pública la sentencia dictada el pasado 8 de abril por la jueza del Primer Juzgado Penal Unipersonal de Piura, Judith Cueva Calle, en contra del periodista Pedro Salinas ?un año de prisión suspendida y el pago de una reparación civil de S/80 mil, entre otras disposiciones?, por difamación agravada en contra de José Antonio Eguren, arzobispo de Piura y Tumbes y miembro del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC).Dicho delito se habría configurado en algunas declaraciones hechas por Salinas en artículos y entrevistas en medios de prensa en los que atribuía al señor Eguren dos hechos: ser uno de los responsables, junto con otros clérigos, del sistema de abusos que operó dentro del SVC, tal y como se ha ido conociendo a lo largo de los años por distintas denuncias de ex integrantes del grupo religioso y por un libro del propio Salinas (?Mitad monjes, mitad soldados?), y estar involucrado en una trama de tráfico de terrenos en Piura, basándose en un reportaje de la cadena de noticias Al Yazira y en el libro ?El origen de la hidra? del periodista Charlie Becerra.Según la magistrada, Salinas se ha referido al señor Eguren con ?adjetivos que dañan o menoscaban el honor o la buena reputación? de este. E indica también que el comunicador exhibió un ?ánimo doloso? al hacerlo a través de medios de prensa.Como en todo delito contra el honor, lo que está en juego aquí es una pugna entre, por un lado, el derecho al buen nombre de un ciudadano y, por el otro, el derecho a la libertad de expresión. Ambos, ciertamente, reconocidos por el ordenamiento jurídico peruano. Sorprende por ello la precaria motivación de la jueza al momento de sustentar el sentido de su fallo.En efecto, en su sentencia la magistrada hace una enumeración de los calificativos vertidos por Salinas en algunos medios, a los que suma los alegatos de la defensa del prelado para, seguidamente, concluir que hubo difamación. Lo hace, sin embargo, sin responder nunca la pregunta de fondo: ¿Cómo así lo dicho por el periodista termina siendo en sí punible? O, dicho de otro modo, ¿en qué momento los juicios de valor, por más ácidos que sean, dejan de ser lícitos en el Perú? Dudas...

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