Deshojando el TLC.
| Autor | Sanchez Le |
| Cargo | PODER Y SOCIEDAD |
[ILUSTRACIÓN OMITIR]
¿Cuáles son los argumentos de quienes se oponen en las actuales condiciones al Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos?
El origen de este TLC está en el ATPDEA, que es el sistema de preferencias andinas para los que erradican drogas otorgado en la década de 1990 por el Gobierno estadounidense como una concesión unilateral, mientras nosotros aceptábamos una política antidrogas de erradicación y desarrollo alternativo. Estos beneficios fueron ampliados el año 2001-2002, e incluyeron productos nuevos como las agro-exportaciones industriales, los espárragos, el mango, la palta, la páprika, y también las confecciones textiles. Ampliar las preferencias significa que esos productos entran con arancel cero a los Estados Unidos. Eso ha sido muy beneficioso, porque esas exportaciones se han multiplicado por lo menos dos veces y en otros casos hasta tres. El argumento del Gobierno es que como estas preferencias expiran en diciembre de 2006, la forma de prolongarlas permanentemente es firmando un TLC. Este TLC se empezó a negociar en 2004, junto con Colombia, como producto de la política estadounidense de firmar tratados individuales debido al impasse en las negociaciones multilaterales, que son las que se llevan adelante en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y también en el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Esas dos negociaciones se estancaron en 2003. La firma de TLC individuales es la manera de avanzar en la liberalización del comercio fuera de las negociaciones multilaterales. El problema que se plantea es el de una negociación asimétrica entre países muy chicos y países muy grandes. Cuando las negociaciones se hacen con carácter multilateral y vamos a la sombra de la China, la India, el Brasil y Sudáfrica, podemos negociar de manera multilateral acuerdos que tomen mucho más en cuenta nuestras preferencias y nuestras condiciones. Igual si vamos en el ALCA, aunque en menor medida con el Brasil y la Argentina. En este caso, como la negociación es asimétrica, y Estados Unidos tiene una plantilla determinada que ya ha negociado con Chile, México, la República Dominicana y los países de América Central en el CAFTA, sucede que, para prolongar la preferencia que tenemos de arancel cero, Estados Unidos exige ahora que sus productos también entren a nuestro país. En otras palabras, que nosotros cerramos nuestro mercado, pero no solo el de bienes (que sería simplemente el de libre comercio) sino también otros relacionados con propiedad intelectual, patentes, reglas de competencia, cuestiones laborales, medio ambiente, solución de controversias, tribunales internacionales, etcétera. Lo que se comienza a negociar es un paquete cuya ganancia, para el Perú y Colombia, ya la tuvimos desde 2001-2002, y había alguna posibilidad de una ampliación adicional en la medida en que hay una seguridad para las inversiones y que puede seguir penetrando esos mercados. Pero está la competencia china en textiles. La verdad es que la mayor parte de lo que podríamos ganar, ya lo ganamos. Ahora es el momento en el cual, al haber reciprocidad o al empezar a equilibrar el comercio, ese nuevo tratado implica que Estados Unidos entre con sus productos, y en todos los demás temas. Y es ahí donde se produce la asimetría.
Ya no podemos regresar a la situación previa.
Los colombianos están planteando una prórroga del ATPDEA. Si en el Congreso de los Estados Unidos se firma el TLC con el Perú, estaría oleado y sacramentado. Para el Perú, el mejor de los mundos sería tener el ATPDEA de manera permanente y no tener que otorgar la reciprocidad a los Estados Unidos.
¿Y por qué la vehemencia del establishment económico, llámese Toledo o Alan García, para firmar y apoyar el TLC?
Un asunto sensible para el Perú es la negociación del ingreso de productos agrícolas estadounidenses que están subsidiados, entre ellos el trigo, el...
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