Desastres.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

La sismología en el Perú es una de las profesiones más olvidadas, a pesar de que somos un país sísmico. En general, los científicos peruanos sufren un ninguneo histórico y trabajan solitariamente en sus laboratorios, anónimos, sobreviviendo a todos los olvidos estatales. ¿Entenderán nuestros gobernantes aquello de invertir en investigación?

Resulta inconcebible que, después de unas horas de ocurrido el terremoto, el presidente García le dijera al país que felizmente no había habido muchas víctimas que lamentar. La desinformación lo persiguió días después, cuando declaró que no había vandalismo ni saqueos en Ica, que eso era invento de la prensa y que, por favor, antes de publicar esas cosas que nos arruinan la imagen internacional, verifiquen la información. El Presidente se felicita a sí mismo por haber viajado a Pisco, porque sin su presencia en la zona del desastre --dijo-- se habrían perdido más vidas.

Es verdad que un terremoto no se puede predecir, pero sí prevenir. Porque el 15 de agosto fallaron muchas cosas que, se supone, no deben fallar: las comunicaciones telefónicas, la electricidad, Defensa Civil, la reacción del contingente militar en Pisco, el transporte aéreo militar, la logística de salud, las reservas de alimentos y agua, la ayuda de emergencia a una zona que está a solo 200 kilómetros de Lima. Y si a esto le sumamos los protagonismos políticos y el robo de las donaciones, la tragedia está completa.

Los afectados por el terremoto sufrieron tanto la devastadora fuerza de la naturaleza como la devastadora desorganización del Estado en situaciones extremas. Preocupa pensar que no hay un plan...

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