?Dentro de las múltiples lecciones que viene dejando el Caso Lava Jato a nivel local e internacional, una de las más trascendent

Por Al servicio del país desde 1839La orden de prisión preventiva dictada anteayer contra el ex presidente Alejandro Toledo y los presuntos delitos que la motivan podrían parecer una mala noticia para el prestigio del orden institucional en el país. No solo porque estamos ante un segundo jefe de Estado que podría haber sucumbido a trasiegos inmorales durante su mandato para beneficiarse personalmente, sino por lo que ese gobernante en concreto representó para muchos en la lucha contra la corrupción y el autoritarismo del fujimorato, a principios de este siglo.Toledo, en efecto, fue la opción electoral a la que una importante porción de la ciudadanía recurrió en las elecciones del 2000, por turbias que fuesen, para tratar de impedir que el abusivo poder de Fujimori y Montesinos se extendiera por cinco años más. Y aunque, por las circunstancias que todos recordamos, ese empeño no fue coronado con el éxito, la acumulación de fuerzas de la experiencia resultó suficiente para darle la victoria en los comicios del año siguiente y posibilitar el inicio de una campaña para limpiar los miasmas que habían salpicado a los tres poderes del Estado y a las Fuerzas Armadas durante la década anterior.Es cierto que algunos episodios de la vida personal del ex presidente Toledo, así como su palabra reiteradamente desmentida, habían arrojado ya sombras que desdoraban cualquier imagen idealizada que pudiera existir de él. Pero, con todo, seguía siendo el emblema de un sistema que ostentaba una superioridad moral sobre aquel que tan trabajosamente dejamos atrás con la caída de Fujimori.Mellado el símbolo de esos valores, entonces, es inevitable que los valores mismos sufran también un golpe moral. Pero cabe preguntarse si acaso, en medio de la crisis que toda esta situación ha revelado (o confirmado), no hay un punto de luz, una marca de fortaleza institucional que permita reafirmar la confianza ciudadana en la superioridad del sistema democrático y del imperio de la ley por sobre cualquier otro.Y la respuesta nos parece meridiana: en primer lugar, resulta claro que es dentro de la democracia que se ha podido detectar y abrir la posibilidad de sancionar los...

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