Demoler, di-sol-ver, fumigar

Por Abelardo Sánchez

Existen palabras con un sonido metálico: ?demoler, demoler, demoler la estación del tren?, por ejemplo, era la letra de un rock nacional anarcosindicalista entonado a gritos por Los Saicos y que nosotros bailábamos, de lo más sueltos de huesos, antes de la bulliciosa aparición de Sendero Luminoso. Las estaciones no eran muchas. Quizá conocíamos solamente la de Desamparados o la de Chosica, nada más.

Veinte años después escuchamos una voz metálica de un presidente que nos repetía una palabra con reminiscencias químicas, como de examen final: ?di-sol-ver? y la volvía a repetir para que no hubiese confusión entre la audiencia televisiva: ?di-sol-ver?, hacer agua, puré, polvo, el Congreso. No tenía fondo musical y no requería de una escenografía sofisticada. Solamente él, con su sonrisa de medio lado, invitándonos a ingresar al eterno Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional que tantas ganancias le brindó y que sirviera de marco para hacer de las suyas sin que lo pudieran fiscalizar.

Sin voz y sin canto, mostrando solamente su carita de yo no sé nada, yo recién llego a la política, el candidato de la enigmática L escribe en varias de sus pancartas callejeras que él y un patín van a ?fumigar? el Congreso. Cuando alguien fumiga una institución lo hace pensando en alimañas, cucarachas...

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