¿Hemos dejado atrás nuestro futuro económico?

Por Joel Mokyr Profesor de Economía e Historia en la Northwestern UniversityCHICAGO. En momentos en que la economía global todavía se debe recuperar de la crisis económica del 2008, aumenta la inquietud acerca del futuro, especialmente en las economías avanzadas. Mi colega de la Northwestern University, Robert J. Gordon, refleja la sensación de muchos economistas al argumentar en su último libro ?El ascenso y caída del crecimiento americano? que no es posible equiparar las enormes innovaciones de mejora de la productividad surgidas en el último siglo y medio. De ser así, las economías avanzadas deberían prepararse para un crecimiento lento y un estancamiento en los próximos años. Pero ¿es realmente tan sombrío el futuro?Es probable que no. De hecho, por siglos el pesimismo ha predominado en las perspectivas de los economistas. En 1830, el historiador británico liberal Thomas Macaulay observó que ?en cada época, todos saben que ha habido progreso hasta en sus propios tiempos, pero nadie parece reconocer mejora alguna en la generación siguiente?. ¿Por qué, preguntaba, la gente ?no espera sino peores tiempos en el futuro??Pronto la perspectiva de Macaulay se vería vindicada por el inicio de la era del ferrocarril. Y tras ello vendrían avances transformadores en los ámbitos del acero, las sustancias químicas, la electricidad y la ingeniería.Cuando se trata de nuestro futuro tecnológico, yo esperaría algo similar. De hecho, iría tan lejos como para decir: ?Todavía no hemos visto nada?. Los avances tecnológicos crearán vientos favorables de proporciones huracanadas para las economías más avanzadas del mundo.Mi optimismo se basa no en cierta fe generalizada en el futuro, sino en la manera como la ciencia (o el ?conocimiento proposicional?) y la tecnología (el ?conocimiento prescriptivo?) se sustentan recíprocamente. Tal como los avances científicos pueden facilitar la innovación tecnológica, los avances tecnológicos hacen posible los descubrimientos científicos, que su vez impulsan más cambios tecnológicos. En otras palabras, existe un ciclo de retroalimentación positiva entre el progreso científico y el tecnológico.La historia de la tecnología está llena de ejemplos de este ciclo positivo. La revolución científica del siglo XVII fue posible en parte gracias a herramientas nuevas y tecnológicamente avanzadas, como los telescopios, los barómetros y las bombas de vacío. No se puede hablar de la teoría de los gérmenes de la década de 1870 sin...

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