defensa e hipocresía

Por GABRIEL MELUK / ?EL TIEMPO? DE BOGOTÁLa vieja discusión se ha elevado a verdaderos niveles de fanatismo. No de ?hinchismo? futbolero. No. Hablo de fanatismo real, de apasionamiento desmedido, de obstinación desproporcionada. Es como la intransigencia religiosa o la intolerancia política.Decir hoy que en el fútbol hay que defenderse o entender por qué es válido hacerlo es motivo para que la ?nueva Santa Inquisición del juego? empale a quien lo afirme. Es un hereje el que diga que hay que esperar agazapado y saltar en el momento justo; hay que amarrar en el potro al que sostenga que hay que poner mucha gente atrás, y correr, y raspar, y marcar, y cerrarse, y encerrarse (que son cosas distintas) y contragolpear.Entonces, como en una cacería de brujas, la horda de ?santos? que salvaguardan la ?tradición, las buenas costumbres y la mortal ofensiva? salen a quemar a los sacrílegos mientras recitan sus ?santas escrituras? del Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez (¡obvio, son de otro planeta!) o del Bayern Múnich de Pep Guardiola (¡obvio, un equipazo!) o del Brasil del 70 o la Hungría de Ferenc Puskas o la Holanda de Johan Cruyff y gritan sus nombres entre aleluyas y alabados, como las sectas.Barcelona, Bayern y tantos otros son fantásticos, excelentes y maravillosos (¡hay que ser estúpido para no entenderlo!), pero no son la única manera para jugar al fútbol. Y en el fútbol, como en el fanatismo político y religioso, el...

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