¿Debe cambiarse el régimen económico constitucional?

Por Raúl Ferrero Costa. Constitucionalista

Consideramos que la Constitución de 1979 es cualitativamente superior a la de 1993, por haberse elaborado para salir de un régimen militar, mientras que la segunda lo fue para ingresar a uno autoritario.

Sin embargo, la Constitución vigente, aprobada luego de la caída del muro de Berlín (1989), contiene un régimen económico más moderno y acorde con los tiempos que nos toca vivir en un mundo cada vez más globalizado y competitivo.

Si bien las dos establecen una economía social de mercado, la primera lo fundamenta en los principios de justicia social, con un rol promotor e interventor del Estado. La segunda, en cambio, lo sustenta en la iniciativa privada libre y con un Estado orientador del desarrollo, actuando principalmente en las áreas de promoción del empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.

La de 1979 permitía que la ley, por causa de interés social o seguridad nacional, pudiera reservar al Estado actividades productivas y de servicios, autorizándolo a establecer monopolios estatales. La de 1993, por el contrario, determina que solo por ley expresa el Estado puede realizar en forma subsidiaria actividad empresarial, ya sea por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional, lo cual implica que no debe participar allí donde el sector privado alcanza a atender la demanda existente.

Con relación a la propiedad, la de 1979 permitía la expropiación por causa de necesidad y utilidad pública o de interés social, declarada conforme a ley, mientras que la de 1993 expresa que solamente podrá hacerlo por razones de seguridad nacional o necesidad pública, lo que representa una solución más restringida, que protege mejor la propiedad.

Además, la nueva agrega que la expropiación deberá hacerse previo pago en efectivo, incluyendo una compensación por el eventual perjuicio, cuando la anterior permitía el pago en armadas o en bonos de aceptación obligatoria, similares a los que se entregaron con la reforma agraria, que nunca se han honrado.

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