Qué dan las drogas y qué no da su represión.

Autorde Rementer
CargoEnsayo

Este artículo se ocupa tanto del consumo como del tráfico y la producción de drogas. No obstante, pone el acento en el consumo, ya que allí es donde se genera principalmente el imaginario colectivo distorsionado, cuando no pervertido por las informaciones equívocas o francamente engañosas sobre este asunto, lo que impone la violencia extrema o la "guerra de las drogas" como la única solución posible y, sobre todo, moral para resolverlo. Este imaginario impide una comprensión racional y ecuánime del problema, así como soluciones solidarias, tolerantes y respetuosas de los derechos humanos.

EL CONSUMO DE DROGAS

La angustia de las décadas de 1950-1960 como experiencia de la nada ha sido sustituida en los años 80-90 por la ansiedad como experiencia de la incertidumbre por el presente y el futuro. El trabajador a destajo, por turnos, con

horas extraordinarias, de alto riesgo, con dos empleos para sobrevivir "como se debe", ya sea en las minas, en alta mar, en las carreteras, de guardia, etc., usa de las drogas para mantener la alerta y atención que sus responsabilidades le demandan o para obtener el reposo necesario y así poder responder a tales exigencias. El ejecutivo, el estudiante, el actor o el deportista estresados por sus obligaciones usan las drogas de manera festiva para alcanzar el reposo que les permita recuperar sus energías psicológicas y retomar aquellas con mejor brío. La mujer madura, o el hombre maduro, carga con su dolor afectivo, emocional y por la frustración de lo que no hizo o no fue y por lo perdido; aquellos policonsultantes contumaces logran la euforia necesaria mediante la ingesta de drogas, psicofármacos o alcohol. También hay usos recreativos o experimentales de las drogas de los cuales la literatura universal testimonia y la especializada informa. Esos son a grandes rasgos los consumos culturales que explican cómo las drogas se insieren en nuestras sociedades y qué le resuelven a sus usuarios, con todos los riesgos que eso implica; esa es la principal función de utilidad de las drogas. La pregunta por el consumo de drogas no es por qué se usan, sino para qué se usan. La pregunta por la droga es por su función de utilidad: qué es lo que la droga le resuelve al usuario, qué es lo que la droga le otorga al consumidor. Solo a partir de ese análisis se podría construir una solución, una propuesta alternativa al uso de las drogas, claro está que esa respuesta no puede ser la sustitución de una droga por otra.

En general, usamos estimulantes del sistema nervioso central como el café, el té, el cacao, el mate, el guaraná, el cat, la nuez de cola, la coca [Coca-Cola] para mantenernos despiertos, alertas, atentos y reactivos en nuestro desempeño o ante cualquier eventualidad. Usamos depresores o calmantes del sistema nervioso central como el tabaco, el alcohol, los opiáceos --opio, morfina, tebaína, codeína o heroína--y otras múltiples hierbas para reposar o dormir cuando el estrés impide alcanzar esos estados. Los estimulantes, paradójicamente, son usados en una función ansiolítica: el usuario, manteniéndose consciente al sobreestimularse, suprime el sentir y el pensar logrando el reposo necesario; tal es el uso recreativo y festivo de la base de cocaína y el éxtasis. Además, hay múltiples combinaciones, como el uso de clorhidrato de cocaína para compensar la ingesta excesiva de alcohol y evitar los ridículos sexuales, o el uso de la base de heroína para un landing menos angustioso de la pasta base o el crack.

Un estudio del Britain's Centre for Crime and Justice Studies, (1)...

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