Por que no cumplimos las leyes.

AutorRubio Correa, Marcial
CargoPODER Y SOCIEDAD

Cumplir la ley (y hacerla cumplir) no es tan fácil. Requiere condiciones mínimas de existencia, de conciencia social y de civismo. Hubo, no hace mucho, un tiempo en el que no se exigía el cumplimiento de la ley sino la voluntad del gobernante (al que, además, podríamos llamar gobernante de turno porque tampoco él tenía el puesto asegurado. Para eso basta, por ejemplo, ver la trágica historia de la monarquía inglesa durante el siglo XVII).

En la época de la monarquía absoluta la regla fue la voluntad del gobernante por ella misma, como previamente lo había sido la voluntad del señor feudal. Existían leyes pero estas no constituían un conjunto armónico de normas sino, en todo caso, eran una más de las expresiones de la voluntad de quien ejercía el poder y este, el príncipe, no estaba obligado a cumplirla. Por ejemplo, Juan Bodino dijo en el último cuarto del siglo XVI: <>. (Los Seis Libros de la República. I; 8).

A quienes se les ocurre que la ley sea exigible para todos, incluso para los gobernantes, es a los primeros liberales, a aquellos que defendían la libertad y la propiedad como reglas que debían estar más allá de la arbitrariedad dentro de la organización social. Así Locke, poco más de un siglo después que Bodino, dijo: <> (Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil, cap. XII; par. 143).

EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY Y EL CUMPLIMIENTO DE LOS DERECHOS

Este bien común no era para ellos una expresión sin contenido. Por el contrario, creían que debía construirse una sociedad de hombres libres y propietarios, en la que cada uno tuviera algo y eso lo hiciera más persona, alguien realizado. La historia del desarrollo capitalista que los grandes liberales colaboraron a construir no les fue leal y condujo a las enormes diferencias sociales actualmente existentes, y a la coexistencia de pobres muy pobres y ricos comparativamente muy ricos dentro de cada sociedad. Donde la mayoría de la población tiene algo, la posibilidad de cumplir la ley es mayor porque, en realidad, esa es la situación requerida por el sistema político y económico, como acabamos de ver en Locke: la ley distribuye y todos protegen lo suyo con ella.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

En sociedades con gran cantidad de desposeídos, con algún margen de pobreza, y el Perú es una de ellas, la ley no tiene el mismo papel de legitimación de los derechos de cada uno, porque no es cierto que cada uno tenga derechos. El que no los tiene (y muchas veces percibe que no los va a tener) encuentra poco aliciente...

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