Los culpables son los otros

Por hugoCoya

La escena es recurrente desde el inicio de la cuarentena: a las ocho de la noche en punto algunos de mis vecinos salen al balcón de su cómodo departamento miraflorino, aplauden emocionados, lanzan vivas al país y entonan orgullosos la canción ?Contigo Perú?.No es para menos. En los tiempos que corren, finalizar otro día marcado por la zozobra y sobrevivir sin ser alcanzado por el coronavirus merece no uno, sino muchos festejos. Pero más allá de ese instante comunitario, pletórico de pechos henchidos, el enclaustramiento ha hecho que, sin pretenderlo, me obligue a compartir, al igual que a muchos de ustedes, parte de la intimidad de los demás.En mi caso, los escucho, a distintas horas, desde el ?home office? en que han convertido sus terrazas, conversar entre ellos, criticar a quienes salen a comprar cada día, a los que venden en las calles, a quienes se aglomeran en los mercados y bancos.En las redes sociales y la prensa, la situación no resulta distinta. Se pontifica, se acusa al gobierno de ineficiencia; se persigue cámaras en mano a quienes deambulan sin permiso; se exige a las Fuerzas Armadas y policiales a actuar en forma más enérgica; se sindica al piurano, chiclayano o loretano de irresponsables y hasta el presidente Vizcarra nos dice que ?si van a comprar papa o lechuga, se van a llevar de yapa el COVID-19?.La búsqueda de culpables o de una respuesta por el número de víctimas en una epidemia es inherente a la historia de la humanidad.Incluso mucho antes de la primera guerra biológica que se tenga registros en el mundo, ocurrida en el año 1346 cuando los tártaros lanzaban catapultas con cadáveres y enfermos en su intento por esparcir la peste negra encima de las murallas para obtener la rendición del antiguo puerto de Caffa, entonces bajo dominio genovés y ubicado en la actual ciudad rusa de Feodosia. Los pobladores capitularon sin atisbar que la peste bubónica, en realidad, se esparcía a través de las ratas.Consideraciones históricas y epidemiológicas aparte, esta sensación del fin del mundo que experimentamos ahora, alimenta, pues, la necesidad de hallar responsables de aquello que nos sucede, porque nos tranquiliza moralmente, como apunta el argentino Ezequiel Gatto, un especialista en investigaciones sociohistóricas regionales.Así, carente de pruebas, ganan adeptos de las teorías acerca de un laboratorio secreto desde el cual se escapó el virus, la estrategia del gobierno de Beijing para controlar el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR