Cuidado con el pastor aleman.

AutorEscobar, Ramiro
CargoINTERNACIONAL

Benedicto XVI, el Papa no. 265 de la Iglesia Católica Romana, cumplió el pasado 19 de abril su primer año de pontificado. A diferencia del mediático Karol Wojtyla, Joseph Ratzinger no ha salido mucho del Vaticano, ha hablado relativamente poco y ha canonizado aún menos. Dicho inmovilismo no es casual sino la consecuencia lógica de un Pontífice que vino a imponer su sello propio, pero a la vez a sellar, con más razón teológica que pasión espiritual, el legado de su inquieto predecesor. No aparece en el horizonte, al menos por el momento, un Papa revolucionario, audaz, sino un custodio de la ortodoxia ahora sutil, mesurado, pero que parece dispuesto a defender la moral sexual y otros achaques eclesiales hasta la muerte.

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<>, sentenció Benedicto XVI durante el sínodo de obispos celebrado en el Vaticano en octubre de 2005. Cuentan que lo dijo con firmeza, acabando así con un debate para definir si la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano --prevista para mayo de 2007-- se hacía en Ecuador, Argentina o Chile. Su Santidad puso el amén en el tema.

Durante su primer año de pontificado, sin embargo, no se ha dado fe de episodios más abruptos o de razias contra los disidentes, sutiles o abiertos, de la <> oficial católica. Es más: como para espantar prejuicios, Ratzinger se ha reunido con Hans Kung --teólogo al que sometió a disciplina desde su cargo anterior-- y con representantes del difunto monseñor Lefebvre.

MÁS TEOLOGÍA QUE PAPAMÓVIL

Lo primero que salta a la vista es el talante tan radicalmente distinto del nuevo Obispo de Roma. No es viajero, no es mediático, tampoco se sale del libreto cuando le toca hablar en público --algo que le encantaba a Juan Pablo II-- y, por añadidura, gusta de los gatos y el piano. Imposible verlo esquiando, cantando y menos aún besando, emocionadísimo, el piso de una tierra extraña.

De todas formas, Ratzinger tuvo un pequeño baño de multitud en agosto del año pasado en Colonia, Alemania, durante la XX Jornada Mundial de la Juventud. Fue la primera vez que usó el papamóvil y hubo quienes interpretaron el episodio como el surgimiento de un carisma inesperado. Pero la verdad es que no hay signos de que se produzca un milagro en ese terreno.

En mayo de este año viajó a Polonia y visitó Auschwitz, en una gira no exenta de polémica. Algunos grupos de judíos objetaron que orara en alemán en el ex campo de concentración, pero para ellos Benedicto XVI pronunció unas calculadas palabras de disculpa: <>.

Los movimientos notorios del nuevo Papa parecen, más bien, estar dirigidos a enderezar los --en opinión de Roma-- renglones torcidos del catolicismo. Ha habido diversas reuniones en las que se ha alternado el discurso ecuménico con los argumentos teológicos, auténtica pasión de Ratzinger. Y es allí donde han aflorado atisbos de la línea político-eclesial de este pontificado.

Un movimiento importante fue la reunión con el ya aludido Hans Kung, ex amigo y ex colega de cátedra de Ratzinger (ambos fueron profesores en la Universidad de Tubinga, Alemania), celebrada el 24 de septiembre de 2005. El Papa se refirió al encuentro --que duró cerca de cuatro horas-- como <> y en él trató de responder a la carta que Kung (2) le dirigió el 30 de mayo pasado.

Ratzinger lo sancionó desde su posición de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cargo que ejerció desde 1981 hasta que fue elegido Papa. Luego de la reunión, Kung publicó un artículo donde señaló sus reservas por la nueva gestión, pero a la vez dijo que se trataba de <>.

Otro movimiento, en la línea de apacentar las ovejas algo díscolas del catolicismo, fue el encuentro de agosto pasado con el obispo Bernard Fellay, actual director de la comunidad San Pío XII, fundada por el...

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