Cuidado con empujar al presidente al vacío

Por Juan Paredes Castro

Si escasean especialistas en derecho público internacional, por lo menos debe abundar el sentido común alrededor de algunas decisiones y actuaciones de la cancillería peruana para evitar, entre otras cosas, que nuestra política exterior, la que fija el presidente de la República, sea expuesta a errores garrafales.

Uno de esos errores, que pone al país en contra de la Carta de las Naciones Unidas, tal como lo advierte el ex canciller Francisco Tudela, tiene que ver con la intervención de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en la crisis política de Paraguay (destitución de Fernando Lugo) en lugar de dejar que lo haga la Organización de Estados Americanos (OEA), que a la luz del derecho internacional representa legalmente a las naciones de este lado del mundo.

No ha habido graves crisis políticas en la región como la del autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, el golpe de Estado en Honduras, y antes el callejón sin salida de América Central, que no hayan motivado la participación activa de la OEA y que no haya sido esta la instancia legal por excelencia para tratarlas, al margen de las discrepancias que pudiera suscitar entre los países que la conforman.

En momentos en los que el Perú ventila en La Haya una demanda por la delimitación de su frontera marítima con Chile y honra explícitamente sus compromisos bilaterales y multilaterales como los TLC, sorprende que nuestra cancillería no haya tenido la prudencia institucional necesaria para evitar que el presidente Ollanta Humala termine avalando cien por ciento el papel de la Unasur frente a la crisis política de Paraguay, para contento de Hugo Chávez, por supuesto, pero en desmedro del...

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