Cuento chino

Por Carlos Alberto Montaner. Periodista

En el 2011 el primer inversionista en Alemania fue China. Y los chinos no invirtieron en materias primas, como suelen hacer en América Latina, sino en actividades industriales, tecnológicas e ingeniería. Entre las adquisiciones chinas está la compañía Putzmeister, fundada en 1958, un gigante alemán dedicado a los equipos de construcción. La adquirió por miles de millones de dólares en el 2011 una compañía china llamada SANY, creada en 1986 por tres socios que entonces reunieron un pequeño capital de unos 10.000 dólares al cambio actual.

A donde quiero llegar es a las siguientes dos conclusiones:

Primera, el gran éxito chino es el resultado de liberar la inmensa capacidad creativa de la sociedad en el terreno empresarial privado. El Estado dejó de ser un obstáculo para el desarrollo empresarial privado y se transformó en su promotor.

Segunda, este fenómeno económico chino, en esencia, se parece a lo que sucede en Estados Unidos, en Suiza, en Holanda, en Israel: son países ricos porque cuentan con un parque empresarial privado que genera riqueza y avances tecnológicos en medio de una intensa competencia económica.

Los ejemplos de China, de Japón, de Taiwán, de Corea del Sur, de Alemania, de Estados Unidos, de todas esas naciones que nos admiran en el terreno económico, nos deben conducir a un razonamiento lógico: si entre los objetivos esenciales de la sociedad está el de crear riqueza y luchar contra la pobreza y el atraso, es absolutamente prioritario que el Estado...

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