Crónica de unos peruanos viendo al Werder Bremen.

AutorVich, V

Para mis amigos en Alemania

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Cuando llegué a Bonn ocurrió lo inevitable: conocí a un grupo de estudiantes peruanos que me llevaron a un chifa malísimo y que comenzaron a contarme de sus éxitos y fracasos con las mujeres alemanas. Al principio no supe bien de qué se trataba, pero poco a poco fuimos haciéndonos muy amigos y terminé por quererlos muchísimo. Todos ellos fueron extremadamente generosos conmigo, y al final del viaje era yo el que los buscaba para salir a dar vueltas y para ahogar por ahí alguna que otra pena. Aunque se trató de un exilio de solo tres semanas, contar con los peruanos terminó siendo algo extremadamente valioso para mí.

El punto es que el mismo día que los conocí les conté orgullosísimo que ni bien había bajado del avión, había convencido a mi amigo alemán Elmar Schmidt para ir a comprar entradas para el partido de la Bundesliga entre el Colonia y el Werder Bremen. Claudio Pizarro, el goleador histórico de dicho campeonato y compatriota nuestro, sería titular en dicho encuentro. En ese momento se las enseñé para animarlos y todos ellos me miraron como siempre miramos los peruanos: con ilusión pero con bajo presupuesto. Sin embargo, poco tiempo después ya estábamos todos en el centro histórico de Bonn comprando entradas en la misma fila y bromeando acerca de todo lo que queríamos gritar ese día.

La semana no se me hizo larga: trabajé mucho, dicté clases, pasé muchas horas en la biblioteca, pero confieso que mi cabeza siempre estuvo pensando en aquel partido que se me aparecía, seguro, como uno de los momentos más importantes de mi visita al país bávaro. Desde niño, yo había visto

el fútbol alemán en la tele y figuras como Sepp Maier eran imposibles de olvidar. Esa semana yo solo fantaseaba imaginando los golazos que Pizarro iba a meter delante de nosotros, ahí en Alemania: goles que celebraríamos cantando a todo pulmón en el estadio del Colonia: "Corazón Alianza Lima, corazón para ganar ..."

Y llegó el día: me desperté muy tempranito--como siempre--, dicté las cuatro horas que debía y que se me pasaron rapidísimo, regresé a mi cuarto a dejar mis apuntes y salí embalado hacia la estación central donde iba a encontrarme con mi amigo Elmar, pues el plan consistía en volver a visitar la catedral gótica de Colonia antes de ir al estadio. Así fue y no puedo dejar de mencionar que la experiencia de esa catedral volvió a impactarme muchísimo. Documentos de cultura, documentos de barbarie era la...

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