Cristina en la parrilla

En Argentina ha comenzado el juicio oral que examina graves cargos de corrupción contra la vicepresidenta en funciones Cristina Fernández de Kirchner. Se le atribuye haber dirigido una organización criminal que se benefició mediante la asignación dolosa de obras públicas durante sus dos gobiernos (2007-2015). El proceso comenzó, según la fiscalía, en el período de su esposo Néstor Kirchner (2003-2007). Al presidente peruano Pedro Castillo lo van a encausar por delitos similares, aunque la dimensión de lo defraudado, US$1.000 millones en el caso argentino, marca una diferencia. No es la única. A Bruno Pacheco, ex secretario general de su despacho, le descubrieron US$20.000 en un baño de Palacio de Gobierno. A Daniel Muñoz, secretario de Néstor Kirchner, le cuantificaron bienes por US$120 millones, entre ellos dos departamentos en el Hotel Plaza en Nueva York. Muñoz, que murió de cáncer en el 2016, solo tenía un Volkswagen antes de trabajar con el presidente. El secretario de Cristina, Fabián Gutiérrez, también se volvió millonario. Está muerto: fue torturado y estrangulado en el 2020, cuando ya había colaborado con la justicia en una de las causas por corrupción que se abrieron contra funcionarios del régimen kirchnerista. No existió enlace entre su confesión y el asesinato. Quienes lo mataron buscaban hacerse con parte su fortuna, calculada en US$12 millones.Sin embargo, ambos procesos responden a un mismo tipo de corrupción: amañamiento de concursos de precios para asegurar la victoria de la empresa del presidente. En el Caso Anguía, donde Pedro Castillo está imputado, el testaferro era Hugo Espino. En el Caso Vialidad, de Argentina, fue el exempleado bancario Lázaro Báez. La distancia entre las fortunas de Espino y Báez es galáctica. Ni miremos la libreta de ahorros del primero. En cuanto a Báez, a solo tres años del inicio de la era Kirchner ya guardaba US$10 millones en Liechtenstein, que le fueron embargados.?En el 2014 se reveló que había enviado a Suiza US$55 millones, y que poseía 400.000 hectáreas en la Patagonia, más de dos veces la extensión de Uruguay.Como Castillo en Chota, los Kirchner privilegiaron obras en la provincia de donde eran originarios, la inmensa Santa Cruz. Los fondos fueron reorientados mediante decretos exprés. Aquí y allá el oficialismo culpa a la derecha mediática del avance de las investigaciones. Cristina Kirchner ostenta un mayor apoyo de la izquierda continental, como lo demuestra la carta de solidaridad...

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