Conversaciones en la suite 357.

AutorO'Brien, Pablo
CargoPetrogate, empresarios y pol

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Rafael Fortunato Canaán Fernández, o simplemente Fortunato, como le gustaba que lo llamen, empezó a frecuentar Lima a mediados del año 2007. Sus visitas no se debían tanto a los encantos coloniales de la ciudad, ni a los de su buena mesa. Empresario antes que nada, solo le atraía de la capital peruana la ilusión de los negocios.

Se había trazado un objetivo: incrementar su fortuna mediante la construcción de infraestructura pública (hospitales, cárceles, carreteras), y lo iba conseguir sí o sí. Para alcanzar esta meta, necesitaba ganar las licitaciones que estaban por convocar el Ejecutivo y los gobiernos regionales.

En vez de concentrarse en efectuar proyectos viables y competitivos, Canaán enfocó su atención en ganarse la voluntad de ministros, presidentes regionales y funcionarios. Estaba seguro de que ese era el camino más corto para obtener la buena pro de las obras que prometían mejores ganancias.

Canaán no llegó solo. Vino de la mano de la política dominicana Peggy Cabral. Dado su enorme ascendiente dentro de la Internacional Socialista, Cabral tenía muy buenos contactos en el APRA, lOS cuales usó para presentar al empresario dominicano a los más influyentes personajes del actual gobierno. Las evidencias muestran que Cabral trabajaba para Canaán. Él pagaba sus viajes a Lima y la instruía en las gestiones que debía realizar para favorecer sus intereses. Sin la participación de Cabral, Canaán no hubiese podido reunirse en dos ocasiones con el presidente Alan García.

Gracias a ella, Fortunato Canaán consiguió con una rapidez inusitada ingresar a las altas esferas del Ejecutivo. Para finales del año 2007, ya tenía un trato fluido con el entonces primer ministro Jorge Del Castillo, con el secretario general de Palacio de Gobierno, Luis Nava, y con la secretaria personal del Presidente de la República, Mirtha Cunza.

Las gestiones de estos personajes fueron clave para que Canaán se encontrara con buena parte del Consejo de Ministros, incluyendo a la ex titular de Justicia, María Zavala; al ex ministro del Interior y ahora presidente del Congreso, Luis Alva Castro; al ex ministro de Salud, Carlos Vallejos, y otros altos funcionarios para indagar sobre oportunidades de negocios. El 9 de octubre del año 2007, incluso, fue recibido en Palacio de Gobierno por el presidente Alan García.

Su centro de operaciones fue la hoy famosa suite presidencial 357 del Hotel Country. Allí acudió casi todo el Consejo de Ministros que presidía Jorge Del Castillo, varios funcionarios decisivos dentro de ciertos despachos, presidentes de organismos públicos, diversas personalidades y, por las noches, según se desprende de los correos electrónicos hallados en la computadora del ex ministro aprista, una célebre vedette.

¿Por qué tantos ministros y funcionarios se acercaron solícitos a hablar con Canaán en su suite? ¿De qué conversaron? ¿Qué cosas se trataron y se acordaron allí? Son preguntas que lentamente van respondiéndose y que llevan a reflexionar acerca de la siempre polémica, compleja y a veces poco transparente relación entre empresarios y políticos.

RELACIONES PELIGROSAS

El "Petrogate" no solo destapó un caso de corrupción puntual en el que unos cuantos pillos, en contubernio con un buen grupo de funcionarios públicos, hicieron un "faenón" e intentaron efectuar unos cuantos más. Devela, en realidad, la facilidad con la que los políticos son captados por empresarios que desean obtener ventajas y beneficios indebidos.

La modalidad, las formas y los derroteros que siguen empresarios inescrupulosos como el dominicano Fortunato...

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