Una conversacion permanente entre la fe y la razon.

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CargoPODER Y SOCIEDAD

Parte de la discusión de hoy con la Universidad es que es una universidad católica. ¿Qué implica eso? ¿Qué puede y no puede hacer como universidad católica?

Ahí hay dos elementos conceptuales: universidad y católica. Como universidad, es un espacio de confrontación de ideas y debe tener la libertad de pensamiento consiguiente, así como la flexibilidad para acoger todos los elementos de discusión en boga. Desde el punto de vista católico, sin embargo, la Universidad tiene el deber de poner en discusión la búsqueda de la verdad con minúscula con la verdad con mayúscula. La Universidad Católica es un recinto en el cual discuten, comparten y crean colectivamente la fe y la razón, que son dos cosas completamente distintas. La razón es un esfuerzo humano por encontrar la verdad de las cosas, y la fe --lo dice la Iglesia-- es un don divino. No todos tienen fe. Tienen fe los que Dios les dice que la tengan. La fe se desarrolla. Tiene una dimensión racional, pero no es un fenómeno de razón. Lo que es propio de la Universidad Católica es una conversación permanente entre la fe y la razón. Como universidad, libre; como católica, conversación, discusión, fe, razón.

¿El hecho de ser una universidad católica implica una sujeción, sumisión u obediencia al Vaticano?

En el ámbito de la Iglesia jerárquica, vaticana, hay tres tipos de universidades: unas son las universidades católicas, otras las universidades eclesiásticas y otras las universidades pontificias. Las universidades católicas son aquellas que reconocen el vínculo con el obispo de la diócesis. Nosotros tenemos un vínculo con el Arzobispo de Lima, en este caso con monseñor Cipriani. Él tiene un sitio en la universidad, el del Gran Canciller, con atribuciones en la parte ética, espiritual y religiosa muy importantes. En la parte académica hay independencia, porque ahí es donde somos universidad. Nosotros no somos universidad eclesiástica. La universidad eclesiástica está mencionada en la encíclica sobre universidades católicas del papa Juan Pablo II y en el Código de Derecho Canónico. Estas universidades tienen la característica de otorgar títulos eclesiásticos. Forman licenciados, magísteres y doctores en teología católica. Nosotros dictamos cursos de teología, pero no damos grados ni títulos académicos en la materia. La universidad eclesiástica está sometida totalmente al Vaticano. El rector es nombrado por el Vaticano porque tiene una relación de fe. Después están las universidades pontificias. Yo me guío por lo que me dijeron en febrero en el Vaticano. En el mundo hay 18 universidades pontificias, 16 de ellas en América Latina, mientras que hay entre novecientas y mil universidades católicas. El ser pontificia es un título, un privilegio, que lleva como consecuencia que el Vaticano apruebe tus estatutos. Pero ni en la encíclica sobre universidades católicas ni en el Código de Derecho Canónico encuentras una sola referencia a las universidades pontificias. Hay universidades católicas y eclesiásticas, no pontificias. Parece ser un título honorífico que, desde luego, crea un vínculo.

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¿La Iglesia tiene presencia en la Universidad?

En nuestra Universidad, hay una presencia a través de los cursos de teología y de los profesores católicos que trabajamos desde el punto de vista de la ciencia, del conocimiento humano y también de la doctrina social católica. Y hay una presencia en el quehacer universitario global de diálogo entre la ciencia y la fe, que se promueve activamente en esta Universidad y no tanto en una universidad estrictamente laica, donde ese no es un tema de interés.

¿Crees que lo católico es un peso tradicional, conservador, o puede ser sinónimo de modernidad y futuro?

Primero, yo soy un católico, y creo que activo y participante. Cuando Cristo llega, estoy hablando desde el catolicismo, dice que Él viene a transformar el mensaje, que el mensaje del Antiguo Testamento es uno y que el mensaje ahora es la nueva alianza. De tal manera que Cristo es un reformador. Al catolicismo no le es extraña la renovación y a mí como católico tampoco, más bien me es extraño el conservadurismo. Cuando el Evangelio dice que es más fácil que un rico entre al cielo que un camello pase por el ojo de una aguja, para mí está clarísimo que está...

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