Controlar y colaborar: una falsa dicotomía

Por miguel ÁngelTorresEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Es bastante común escuchar que nuestro Estado se sostiene en principios clásicos como el de separación o independencia de poderes. De hecho, es este principio el que permite asegurar que no nos encontramos en una monarquía absoluta, en la cual el poder se concentra en un solo sujeto o entidad, sino que este debe ser compartido. Esto permite que exista una relación de ?pesos y contrapesos? y recuerda a quien ostenta el poder que aquel no le ha sido otorgado de manera ilimitada, permanente o por mandato divino, sino que es acotado, temporal y emana del pueblo. Es una manera de decirle: ?Te hemos dado un encargo, pero habrá quienes te acompañen para que no olvides tu función de servicio?. Observaciones a leyes promulgadas, interpelaciones y censuras son formas concretas en las que se expresa ese principio. De hecho, un proceso de vacancia también encuentra asidero en él. Ahora bien, como todo, el principio de separación de poderes no es absoluto, ni inmutable. De hecho, la doctrina y jurisprudencia constitucional han evolucionado y han dado paso al principio (este no tan clásico) de colaboración entre los poderes del Estado. ¿Contradictorio? No. Por el contrario, es complementario, pues si bien ese equilibrio y distribución de poderes es indispensable para un Estado democrático, lo es también el apoyo que debe existir entre las diferentes entidades públicas de manera que se pueda optimizar el ejercicio de las funciones de cada una de ellas. Controlar y colaborar son competencias que pueden y deben ir de la mano. Este es el gran reto para una institución como el Congreso: tener la capacidad de ejercer el control fiscalizador que le asigna la Constitución, sin que ello implique la negativa de acudir ante el llamado de ayuda de otro poder del Estado y contribuir al éxito de su gestión, como ?por ejemplo? cuando el Ejecutivo lo solicite. Queda claro que quienes conciben la política como un ámbito de confrontación permanente dirán que la coexistencia de ambos principios solo se dará dependiendo del estado de ánimo o la estrategia política que tenga el Parlamento; y que difícilmente coexistirán en un mismo período de tiempo. Sin embargo, esa es una afirmación equivocada...

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