Consumidores mal atendidos

En Estados Unidos, la primera tienda de abarrotes con pasillos y anaqueles abrió en Memphis, Tennessee, en 1916. En Bentonville, Arkansas, ciudad natal de Walmart, la mayor cadena de supermercados del país, un museo celebra al fundador de la compañía, Sam Walton, y su compromiso de "llevar bajos precios a comunidades rurales marginadas".

Hoy, los estadounidenses gastan en alimentos para preparar un porcentaje de sus ingresos menor (alrededor de 6%) que la población en casi todos los demás países ricos. Los bajos precios se reflejan en bajos márgenes de ganancia. En la segunda cadena, Kroger, el margen neto después de impuestos bordea el 1.2%, mientras que en Walmart es 2.3%.

Pero los estadounidenses están siendo atendidos cada vez peor por sus supermercados. Los precios de los alimentos han subido 11% respecto de hace un año, mucho más que en otras economías avanzadas, lo que ha provocado un cambio en los hábitos de compra. El mes pasado, la caída en las cotizaciones de acciones de grandes cadenas de supermercados, pues varias reportaron haber sobrestimado la demanda y almacenaron demasiado, es una señal del sacudón.

Incluso antes del actual brote inflacionario, los precios de los alimentos en Estados Unidos crecían más que la mayoría de otros precios. ¿Por qué? Una comparación trasatlántica es reveladora: Walmart, que posee alrededor del 26% del mercado estadounidense, tiene un margen bruto de 25%, mientras que en la mayor cadena británica, Tesco, es 8%. Dado que ambas registran bajos márgenes netos, esto indica que Walmart enfrenta mayores costos fijos y tiene que cobrar un mayor mark-up.

Los locales de Walmart son enormes y venden más productos aparte de abarrotes. En promedio, sus supermercados son diez veces más grandes que los de Tesco. El mayor tamaño aumenta las opciones para el consumidor, pero eso también significa que se estaría desperdiciando mucho espacio en productos que no venden, lo cual eleva los costos. Los supermercados estadounidenses venden mucho menos por metro cuadrado que los británicos, señala el consultor Bryan Roberts.

Los estadounidenses están acostumbrados a disponer de alguien que les llene las bolsas de compras, lo cual supone un costo. Además, las marcas propias, más baratas, no han penetrado tanto como en Europa menos de 20% y más de 40% de las ventas, respectivamente. "Los supermercados estadounidenses tienen que comenzar a reducir su surtido y adoptar procesos más automatizados", sostiene Simon Johnstone...

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