Construir el poder de la ley

Por Jaime De Althaus

En una democracia, el poder presidencial no es omnímodo. Está sometido a la ley. Por lo tanto, el presidente no puede enviar a su hermano a una prisión militar creada, al parecer, especialmente para él. Y solo porque es su hermano. La ley es para todos, por igual.

El valor de la ley es muy importante. Si se lo maltrata, se carecerá de autoridad moral para derrotar a la minería ilegal o resolver conflictos como el de Conga. El problema es que el valor mismo de la ley está muy deteriorado. Recién hay que construir el poder de la ley. Y eso se hace con el ejemplo y con sanción. En el Perú hay ahora una revuelta generalizada. Con este gobierno, el número de conflictos sociales aumenta mes a mes. La gobernabilidad está jaqueada. La ley no existe.

En el caso de Conga, la legitimidad de las decisiones del gobierno depende, precisamente, de su apego a la ley. Y la ilegitimidad de la rebeldía del presidente regional se origina en su desafío a la ley. Una autoridad subnacional no puede levantarse contra resoluciones nacionales, pues viola el carácter unitario del gobierno. Menos aun participando en acciones de fuerza que, en sí mismas, constituyen delito. Pero no hay sanción.

La ley misma es la que no tiene legitimidad social. Hay que construirla. Pues, o reina la ley o reina la ley del más fuerte. Es lo que ocurre en los territorios en los que se enseñorean los sicarios del narcotráfico o las mafias de la minería ilegal, donde aplican su propia terrible ley. Y es lo que pasa, salvando las diferencias, cuando una minoría...

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