Un Congreso para usted

Hablábamos ayer de la reforma del Poder Judicial como uno de los temas que el año ha dejado por resolver, habida cuenta, especialmente, de que el Gobierno parece estarse tomando muy en serio lo de la reforma del Estado. Si vamos a tener, finalmente, un Estado eficiente, meritocrático, que esté al servicio del ciudadano y que, garantizando derechos con efectividad y brindando servicios de primer nivel, coadyuve a hacer un país cada vez más justo y proporcione buenas razones para que la inmensa mayoría del país abandone la informalidad en la que vive, está claro que no podemos seguir teniendo el Poder Judicial (PJ) que tenemos.

Por los mismos motivos, es igualmente evidente que no podemos seguir contando con un Congreso como el que tenemos. De hecho, gracias a la autonomía de la que también goza, el Congreso viene escapándose aún más completamente que el PJ de los ímpetus reformadores del Ejecutivo. Después de todo, el aumento de los salarios del PJ no ha encontrado apoyo en el Gobierno al no haber contado con una propuesta paralela de reforma que garantice cambios, mediciones y mejores resultados (un sistema, esto es, como el que supone la carrera magisterial para los profesores o como el que se ha acordado plantear con los médicos públicos). La total independencia que nuestros congresistas poseen en la materia les ha posibilitado aumentarse simplemente los ingresos sin ofrecer a cambio nada que prometa recuperarlos de la desaprobación del 70% de la población que hoy exhiben.

Vale la pena destacar que, como resultado de este aumento, el costo que para la ciudadanía tiene cada parlamentario ascenderá el 2013 a S/.3?658.000 anuales (suma que obtenemos dividiendo el presupuesto total del Congreso entre 130). Un costo que se ha incrementado en 38% desde el 2006 a la fecha y que representa 218 veces nuestro ingreso per cápita. Mientras tanto, en Chile y Colombia, cuyos congresos, pese a todos sus defectos, superan con mucho al nuestro en la calidad de su trabajo, el costo de cada congresista representa 85 y 108 veces el ingreso per cápita de los dos países, respectivamente.

¿Cómo podría mejorarse la calidad de nuestro Congreso de forma que haya una mayor correlación entre lo que nos cuestan nuestros parlamentarios y lo que nos dan? A lo largo del año hemos hecho varias propuestas. Aquí repetimos algunas.

La primera pasa por cambiar la forma como elegimos a nuestros congresistas. Ellos son, por definición, representantes: están ahí para defender...

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