Confía, pero verifica

Por Carlos Alberto Montaner-Periodista y escritor cubano-Acaso el único concepto de la cultura rusa que seducía a Ronald Reagan era ese viejo proverbio: ?Confía, pero verifica?. El presidente estadounidense no se hacía demasiadas ilusiones con la naturaleza humana. La disposición a engañar, hacer trampas o a aprovecharnos del otro es una triste constante en la historia de nuestra especie. La historia universal de la infamia posee mil ejemplos: desde el gigante Enron, que maquillaba sus libros de contabilidad. De alguna forma, el razonamiento era el mismo esgrimido por los esclavistas hasta el siglo XIX. Los esclavos eran una propiedad y el Estado no podía vulnerar ese derecho. Hasta que los legisladores entendieron que sí había límites y era preciso establecerlos. Una persona no puede poseer a otra persona, como no puede comprar los derechos sobre el oxígeno o sobre la luz solar.Lo que parece no tener límites es la defensa de los intereses económicos. Los religiosos en Estados Unidos e Inglaterra invocaban pasajes de la Biblia para justificar la esclavitud. Aseguraban que los negros descendían de Cam, hermano de Sem y de Jafet, supuestamente condenado por Noé, el padre, a servir de esclavos de los blancos.Había razones fundadas en la ética. La esclavitud, decían, era una forma eficaz de educar a los africanos en el cristianismo y la civilización occidental. Vivían mejor ?aseguraban? en los barracones y al alcance del látigo de los mayorales que en la barbarie de su continente feroz y atrasado, permanentemente acosados por las fieras, las enfermedades o el maltrato de las tribus enemigas. Los más sabichosos se escudaban en la seudociencia: los africanos eran inferiores, subhumanos. Ya Aristóteles advirtió sobre la existencia de seres concebidos...

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