Confeti carnavalero

Por Gonzalo Torres del Pino-Publicista, actor y conductor de TV -Hace poco, en una reunión de amigos, alguien comentó algo sobre carnavales y otro anunció que los carnavales ya no existían, refiriéndose probablemente a la imagen que él tenía en la cabeza de sus febreros hace más de treinta años, cuando Lima era otra y los carnavales también. Sin embargo, los carnavales están vivitos y coleando, por ejemplo, en el interior del país.En alguna oportunidad hice una investigación sobre los carnavales en Latinoamérica, que los hay desde modestos y casi desconocidos hasta los más publicitados y encontré similitudes estilísticas y de carácter que me permitieron agruparlos en dos categorías geográficas: los carnavales de la costa y los carnavales del interior. Los de la costa pueden agruparse en Río, Salvador, Buenos Aires, Corrientes, Gualeguaychú (estos últimos, aunque al interior de Argentina, son la excepción a la regla, pero están conectadas por ruta fluvial a la costa), Montevideo, Barranquilla, República Dominicana, Carúpano, Valparaíso, Las Tablas, Veracruz, entre otros menos conocidos. Los ejemplos de los carnavales del interior están en Juliaca, Ayacucho, Cajamarca, Jujuy, Pasto, Riosucio, El Callao (Venezuela), Tarija, Oruro, Ambato y Tlaxcala.Los carnavales de la costa, por el tráfico de esclavos y su permanencia en las partes bajas, tienen una mayor amalgama negra, su ánimo es más sensual y tienden a la desnudez, a mostrar más carne. Son igualmente más cosmopolitas, atentos y permeables a recibir más influencias externas. Mutables y cambiantes, se adaptan a las exigencias de una urbe y sus reglas. Los carnavales del interior, por el contrario, tienden...

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