Confesiones de Tamara Fiol.

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CargoCULTURA

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Las novelas de Miguel Gutiérrez (Piura, 1940) son esperadas por la crítica pues se supone que abordan la realidad desde una óptica distinta, desde otra mirada de clase, podríamos decir, desde otra experiencia, desde otra versión de la historia, una especie de humillación o marginalidad. La experiencia de la guerra interna en el Perú, entre 1980 y el 2000, ha producido una gran cantidad de novelas después de los artículos de opinión especializada que abundaron durante esas dos décadas. La lista es extensa, pero podemos nombrar a Alonso Cueto con La hora azul (2005), Santiago Roncagliolo con Abril rojo (2006), Daniel Alarcón con Radio ciudad perdida (2007) e Iván Thays con Un lugar llamado Oreja de Perro (2008), todos ellos escritores relativamente jóvenes, unos más, otros menos, que han vivido la experiencia de Sendero Luminoso y el MRTA desde su condición de "limeñitos", con la excepción de Daniel Alarcón, criado en los Estados Unidos, tal como les gusta denominarlos a aquellos escritores que provienen de las provincias del Perú y, por lo tanto, en principio, habrían tenido un contacto más cercano con las atrocidades de la guerra y sus terribles secuelas.

Muchos consideran que Miguel Gutiérrez se encuentra en una posición privilegiada para abordar el tema de Sendero Luminoso. Conoce bien las vicisitudes de la izquierda peruana, sus escisiones, sus pugnas, sus posiciones ideológicas confrontadas, que culminaron, hace algunos años, en la formación del ala pekinesa dura, el maoísmo, en Bandera y Patria Roja, en fin, en Sendero Luminoso. Su polémico libro de ensayos La generación del 50: un mundo dividido (1988), se lo dedica <>.

A principios de este año, Miguel Gutiérrez ha publicado la ambiciosa novela Confesiones de Tamara Fiol con el sello Alfaguara. El narrador escogido por Gutiérrez, sin embargo, es un reportero de guerra de origen estadounidense por parte de padre y salvadoreño por parte de madre. Un foráneo. Un extranjero. Un narrador que ha hecho de las guerras su oficio. Que ha estado en la resistencia de Afganistán contra la Unión Soviética, en Centroamérica y en la desintegración de la antigua Yugoslavia. Que relata las historias del genocidio en Ruanda a través de las crónicas de su colega Lula Gabber.

Gutiérrez ha dicho que esta opción tiene como propósito mostrar la guerra interna en el Perú como parte de los conflictos de un mundo violento, plagado de guerras étnicas entre hutus y tutsis, por ejemplo, o entre croatas, serbios y bosnios. El reportero se llama Morgan Scott Bartres y alude, para mí, a ese gringo que estuvo en Huamanga trabajando en el Cuerpo de Paz y conoció a Abimael Guzmán Reynoso cuando este era profesor universitario, de nombre Scott Palmer: uno de los primeros senderólogos extranjeros, al lado del francés Henri Favre, el autor de un texto de no más de treinta páginas llamado "Perú: Sendero Luminoso y horizontes oscuros" (México, 1987).

Este reportero le permite a Miguel Gutiérrez tomar distancia de la realidad peruana; si bien llegará a interesarse por el país que lo acoge, no lo conoce de primera mano. Le permite, además, plantear la naturaleza de su producto...

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