Condores etnonacionalistas y temores empresariales.

AutorDurand, Francisco

¿Por qué el mundo andino produce líderes como Hugo Chávez en Venezuela, Nina Pacari y Lucio Gutiérrez en el Ecuador, Ollanta Humala en el Perú, Felipe Quispe y Evo Morales en Bolivia? ¿Por qué no nacen con la misma fuerza fenómenos contestatarios similares en los otros países de América Latina? ¿Qué reacciones generan estos movimientos entre los empresarios y cómo afectan el >? Para responder a estas preguntas es necesario explicar que algo políticamente novedoso está emergiendo en la mayoría de países andinos, y que ocurre a pesar del crecimiento económico que experimentan. Todo ello genera mucha preocupación, y hasta pánico, en las élites del poder.

Como dijo Morales al ganar las elecciones de diciembre de 2005: la región vive un tiempo nuevo. Su signo más importante es la aparición de corrientes contestatarias, inspiradas en factores étnico-culturales y nacionalistas. Cuando llegan a un tiempo de maduración, desarrollan tres componentes que conviene distinguir: (i) movimientos y organizaciones de base popular de viejo y nuevo tipo, (ii) multitudes o masas indiferenciadas que cuestionan el statu quo neoliberal, y (iii) caudillos políticos que se montan sobre esta ola, constituyéndose en alternativas de poder. Esos tres componentes, a pesar de indicar una multiplicidad de fuentes de protesta, y una gran diversidad, tienen en común una identificación con figuras como el inca Pachacútec o el libertador Bolívar, y una oposición al intervencionismo estadounidense y a la globalización económica, algo propiamente andino.

La emergencia de este curioso fenómeno inaugura un ciclo que revierte la ofensiva neoliberal de la década de 1990. Y, cuando estas variadas y heterogéneas fuerzas se convierten en un factor de poder real, la clase empresarial se ve forzada a adoptar tácticas que van del enfrentamiento a la negociación, pasando por la cooptación.

Aunque la presencia de estos movimientos es creciente, su suerte política es variada debido a su carácter difuso y multipolar, a las diferencias tácticas de las élites y a los distintos escenarios económicos de cada país. Por otro lado, los caudillos contestatarios, en muchos casos surgidos de un día a otro por una marea de descontento social, tienen más claro a qué y a quiénes se oponen antes que lo que proponen, y exhiben un fuerte personalismo que los hace impredecibles.

VARIADOS, PERO CONVERGENTES

A falta de una mejor definición, podemos denominarlos movimientos etno-nacionalistas. Se trata de corrientes políticas híbridas, vagamente definidas, con distintos tipos de organización y liderazgo. A pesar de esta variedad y multipolaridad, comparten ciertos rasgos en cuanto su identidad y juego de oposición. Pueden, por lo tanto, caminar en una misma dirección, llegar eventualmente a ser una alternativa de poder e, incluso, formar gobiernos.

Quienes se movilizan y organizan de ese modo son mayormente pobres (campesinos, obreros, sectores marginales urbanos, universitarios, grupos emergentes) que son o se sienten identificados con los indígenas andinos y amazónicos --hecho más visible en el Ecuador y Bolivia, aunque también en el Perú--, sin excluir la identidad africana. (2) Nina Pacari, líder del Movimiento Pachakutic del Ecuador, sostiene al respecto que los indígenas se oponen a ,,un sistema de inequidad y exclusión que también alcanza a los mestizos pobres>>, y precisamente por ello --argumenta-- tiene sentido >. (3) Coincidentemente, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia se define oficialmente como parte de un proceso mayor que llama >. Participan, también, individuos de los sectores medios, intelectuales deseosos de redefinir un discurso contestatario para el siglo XXI y, sorprendentemente, algunos militares radicales.

Todos ellos expresan un sentimiento de defensa de la patria, la resistencia contra las presiones externas y el rechazo al control de los recursos naturales por empresas multinacionales. Todos estos movimientos son liderados por caudillos que entran de pronto a la acción, es decir outsiders, cuyo ascenso revela una tendencia antipolítica: cuestionan el papel de los > y condenan al >, constituido por instituciones divorciadas del pueblo, incapaces de hablar en nombre de la sociedad civil, >.

Estos movimientos critican abiertamente a los medios de comunicación corporativos, a los que acusan de ignorarlos cuando la situación política es normal, y de distorsionar sus posiciones con campañas de desprestigio cuando ganan popularidad. Estas campañas han sido particularmente virulentas en los casos en que estos dirigentes se convirtieron en alternativa de poder (en Venezuela contra Chávez; en Bolivia contra Morales; y en el Perú contra Humala). Al mismo tiempo, el desarrollo de Internet les ha permitido apelar a formas alternativas de comunicación, hecho interesante.

Sintomáticamente, el rechazo a la democracia formal es más fuerte en el mundo andino. Las encuestas de opinión pública indican que, con excepción de la Venezuela de Chávez, en el resto de países se registra un descenso del apoyo a la democracia, ubicándose debajo del promedio de América Latina. En 2004, mientras el promedio regional se situaba en un 53 por ciento (en Venezuela ascendía al 74 por ciento), en el resto de países se ubicaba entre el 45 por ciento y el 46 por ciento.

ALGO NUEVO

Los movimientos y líderes contestatarios son híbridos desde el punto de vista ideológico e innovadores en el aspecto político. En cuanto a sus ideas, aluden a cuestiones étnico-culturales, pero también recurren a nociones socialistas de clase social, a criterios populistas, y apelan a los sentimientos patrióticos. Estas ideas no son nuevas, pero se combinan formando un todo que sí es novedoso desde la perspectiva de la identidad. Se perciben como un pueblo excluido, con una cultura propia rechazada y diluida por la globalización; y se oponen a los detentadores del poder económico, social y político de la era neoliberal, a quienes responsabilizan por su pobreza y exclusión.

En lo que respecta a la política, las diferencias con el pasado son más nítidas. A diferencia del populismo clásico, los socialismos revolucionarios y las corrientes indigenistas del siglo XX, estos nuevos movimientos y organizaciones tienen una fuerte presencia de dirigentes locales y regionales. En ocasiones, la autonomía es tan visible que los líderes de base pesan igual o más que los dirigentes nacionales. Las organizaciones, como las multitudes, funcionan sin dar cheques en blanco a quienes los representan. Tienen más...

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