La complejidad del síndrome de hubris

Por elmerhuerta

El reciente suicidio del ex presidente Alan García ha sido analizado desde múltiples ángulos, incluido el de la salud mental. En ese sentido, se han mencionado los llamados factores predisponentes del suicidio, que incluyen la depresión y la aparente ?pero no comprobada? historia de trastorno bipolar del ex mandatario. Pero otra manera de interpretar lo ocurrido tiene que ver con el hubris, una condición descrita por el médico y político británico Lord David Owen en su libro ?In Sickness and in Power?, y con el síndrome o complejo hubris-némesis descrito por el sociólogo norteamericano David Ronfeldt del Rand Corporation en 1996.?Hubris y némesis?La cosmología filosófica griega consideraba que debía existir un equilibrio divino entre dios, hombre y naturaleza. Ocasionalmente, el ser humano ?en su pretensión de ser como un dios? intentaba romper ese equilibrio, desafiando a las otras dos. Esa pretensión, esa arrogancia, fue llamada hubris o hibris. Famosos ejemplos fueron el de Icaro, que desafiando al Sol quiso llegar a él volando con alas de cera, y el de Jerjes, rey de Persia, quien azotó al mar por haberle destruido su flotilla de barcos.En esa concepción, los griegos creían que la diosa Némesis era quien castigaba a los arrogantes que caían en el hubris y atropellaban los preceptos éticos que los griegos valoraban más: el ?aidos? (humilde reverencia por la ley) y el ?sophrosyne? (autocontrol y sentido de los límites apropiados). Icaro y Jerjes fueron castigados por Némesis.?Hubris de gobernantes?En la literatura griega, el hubris aflige a gobernantes y conquistadores que ?aunque dotados de grandes habilidades de liderazgo? abusan de su poder y autoridad, desafiando el equilibrio divino para satisfacer su vanidad y ambición. El hubris hacía que esos poderosos asumieran que estaban por encima de las leyes ordinarias.En ese sentido, el Dr. Owen postula que, al llegar al poder, particularmente un poder asociado a un éxito abrumador y mantenido durante muchos años y con mínimas restricciones, los gobernantes modernos desarrollan un claro síndrome de hubris o enfermedad del poder. De acuerdo con la Fundación Dédalo, sus víctimas presentan cuatro de las siguientes características: buscan autoglorificación; actúan para el favorecimiento personal; son excesivamente conscientes de su propia imagen; muestran tendencias mesiánicas; creen que ?ellos son la organización?; crean la argolla del ?nosotros?; tienen una confianza excesiva...

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