"La competencia va a ensanchar el mercado" Una entrevista con Germán Coronado por Abelardo Sánchez León.

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¿Cómo sientes la presencia de las editoriales globalizadas que han llegado últimamente al mercado peruano?

Siempre he creído que el mercado editorial en el Perú tenía que expandirse a medida que los editores adquiriésemos más presencia. Desgraciadamente, los prolongados años de crisis económica han golpeado al sector editorial, como a muchos otros. Y muchos años de piratería han agravado ese efecto y debilitado el trabajo de las empresas editoriales nacionales. Tanto es así, que de las que se dedican al libro de interés general no quedamos sino dos o tres --de interés general son aquellas que no pertenecen al ámbito educativo, que no publican textos escolares ni universitarios--, porque es una actividad muy difícil de sostener en un contexto económico complicado y más aún si hay piratería. Siempre pensé que nuestra debilidad tenía que ver con la escasa presencia de editoriales, de manera que me parece una buena noticia la instalación de algunas de las casas editoriales más importantes de la esfera de la lengua española, como Santillana, Planeta, Norma. Estas van a complicar el panorama en lo inmediato, pero veo el largo plazo con optimismo porque la competencia va a ensanchar el mercado.

¿Cuáles son esos nuevos mercados?

Por ejemplo, están apareciendo libros que no lo hubieran hecho en otras circunstancias. Literatura de consumo popular basada en un atractivo comercial, con el gancho del esoterismo, de la magia, de lo oculto, como la novela sobre Cusco o el libro de una adivinadora como Jossie Diez Canseco. La pugna entre las casas editoriales segmenta el consumo. Así como hay escritores de la élite literaria que se mueven en el mercado como estandarte de sellos editoriales de prestigio, también están apareciendo libros de un nivel literario de menor exigencia o calidad pero con pegada comercial. Generalmente están escritos por gente con mucha presencia en los medios.

Phillip Butters entraña en esa lógica.

Así es. Por eso apareció, si no nadie le habría prestado atención.

¿Qué tipo de libro representa el de Butters?

No lo he leído. La verdad es que no me interesa. Pero lo que está detrás es el personaje que aparece en la televisión y que tiene algunos seguidores, y que va a garantizar la salida de una determinada cantidad de libros.

No es igual a Raúl Tola.

No, Raúl tiene la intención de convertirse en escritor, de hacer una carrera literaria. Lo que pasa es que está comenzando.

Este fenómeno de escritores mediáticos, como es el caso de Jaime Bayly, Phillip Butters, Rafo León, Raúl Tola, Guillermo Giacosa, Oswaldo Cattone, Gisela Valcárcel, personajes vinculados a la televisión y que incursionan en la publicación de libros, llámese literatura o no, ¿cómo los distingues por la calidad? ¿O el lector los coloca a todos en un mismo saco?

No creo. El mercado empieza a segmentarse en el Perú. Hay un mercado para cada tipo de libro. Estos libros están siendo introducidos al mercado en función a la imagen que proyecta el personaje mediático. La calidad literaria no tiene que ser un componente de la obra. Lo más importante es el nombre y la foto del autor en la publicidad. Este fenómeno de banalización de la literatura, de este tipo de libro, lo conocemos como best-sellerización del mercado. La lógica de las grandes corporaciones editoriales es abarcar todos los segmentos del mercado en la forma más eficaz posible y hacer que el volumen de ventas crezca de año a año. Esto exige mucha imaginación para ver qué cosa vendemos este mes, y rápido. Antiguamente, el editor hacía libros que podía vender en tres, cuatro o cinco años. Estoy seguro de que Juan Mejía Baca lo hizo así, al igual que Ventura García Calderón, que también era un gran editor. O Carlos Milla Batres, que hacía tiradas muy grandes y no le importaba que el libro se demorara en venderse. La lógica de las corporaciones ahora es rentabilizar en el menor tiempo posible. Una vez que instalan una casa editorial, en dos años o tres, como mucho, ya debe ser rentable. Y las ediciones que se hacen tienen que resultar en números azules a los seis, ocho o diez meses. A los doce meses el libro ya es viejo, se lo desecha. Es una lógica salvaje, en la que solo pueden tener acceso al mercado autores con una imagen pública, porque van a ser los únicos que tendrán capacidad de impactar en la opinión pública cuando salga el libro.

Los escritores que no son rostros mediáticos tendrían un handicap.

Tienen menos posibilidades. Pero ellos ya existen, tienen una trayectoria, porque probablemente encontraron una editorial chiquita y luego pasaron a una mediana o más o menos grande. Lo que a mí me preocupa cada vez más son los jóvenes escritores que quieren una oportunidad para publicar y la van a tener en menor proporción, porque la lógica de la best-sellerización del mercado hace que los editores de las grandes corporaciones tiendan a privilegiar su selección de títulos en función del rostro del autor y su capacidad de impactar en el mercado, por su presencia en medios, más que en otras razones. No digo que todos los libros...

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