Colegios sirven de bases antisubversivas

Por Ralph Zapata Ruiz

En medio de la selva, en la parte más baja de Kepashiato, los policías y soldados ignoraban de dónde venían los disparos. Una ráfaga alcanzó a un cabo del Ejército y lo hirió en la mano, mientras que una escolar que cruzaba por allí en ese momento fue rozada por un proyectil. Los impactos de aquel ataque terrorista, ocurrido hace dos meses, aún permanecen en las paredes del colegio, donde funciona provisionalmente una base antisubversiva.

Todos saben que el colegio de Kepashiato, que aloja a policías y militares, es blanco fácil de los narcoterroristas que dominan el valle de Vilcabamba. Desde las alturas, de cuando en cuando, sueltan ráfagas que alertan a los agentes. Lo mismo ocurre en el campamento de Yuveni, donde la situación se agrava debido a las lamentables condiciones en que viven los policías, sin camas donde dormir, sin vehículos para movilizarse y sin teléfonos satelitales.

Eso lo conocen los subversivos, pues cuentan con un activo servicio de inteligencia en los valles de Quillabamba y Vilcabamba, desde las capitales distritales hasta los pueblos alejados, como Kiteni, Kepashiato, Lagunas y el valle de San Miguel. ?Han sabido agenciarse de pobladores locales que los mantienen al tanto de lo que ocurre en las capitales y en las zonas cercanas a las bases mismas?, comenta una fuente confiable.

ASÍ NO SE COMBATEEl Comercio viajó el martes 31 de julio hasta las bases antisubversivas de Kepashiato y Yuveni, escuchó los testimonios de policías y militares y comprobó las pésimas condiciones en las que viven y enfrentan el narcoterrorismo. En Kepashiato, los policías han ocupado el colegio del lugar. ?Hace cuatro días que no nos mandan rancho. A veces hacemos ?chanchita? para comer. Tenemos un solo baño y un solo caño de agua. Dos efectivos están enfermos de tifoidea. Estamos expuestos a enfermedades y a ataques terroristas?, dice un agente.

Mañana se retoman las clases en la escuela y los policías tendrán que salir desde las 6 a.m. hacia el monte; y regresarán a las 2 p.m., cuando los alumnos se hayan marchado. A esa hora almorzarán, si es que ha llegado el rancho, y después por la noche irán a dormir, hacinados y en el piso, en un cuarto pequeño.

Al costado del colegio funciona un campamento militar hecho con sacos de arena. Allí permanecen los soldados que apoyan a los policías en la vigilancia del pueblo. Ambas fuerzas combinadas patrullan solo la zona urbana, no se internan en la selva. Los soldados tienen...

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