Sobre colchones, empresas y diversidad

Por Director de la Maestría en Economía de la Universidad del Pacífico

Lea mañana a Inés TempleEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.Imagine, estimado lector, que en un spot publicitario sobre la seguridad en un aeropuerto chileno se muestre una escena en la que detienen, de entre varios pasajeros, a un peruano. Seguramente, en medio de su indignación, usted se preguntaría: ?¿Tenía que ser justamente peruano??.Si pudiesen responderle los publicistas encargados del spot, ellos argumentarían que ?nunca se fijaron en la nacionalidad y que, en realidad, el detenido pudo provenir de cualquier país?. Sin embargo, dudo de que esa respuesta logre convencerlo y quitarle el mal sabor. De alguna manera, usted se ha sentido también agredido por dicha publicidad. Eso se debe a que se ha podido identificar con el personaje de la escena: es también peruano y probablemente algún guardia en el control de seguridad de un aeropuerto en el extranjero lo ha visto con mala cara debido a su nacionalidad alguna vez. Un francés, en cambio, podría no notar nada y estar de acuerdo con los publicistas.Y eso quizás es lo más llamativo del error en la reciente publicidad de Falabella. Nadie en todo el proceso de producción y revisión del mencionado spot tuvo la empatía y sensibilidad suficiente para darse cuenta de que era incorrecto asociar a los afroperuanos con suciedad y desorden. Nadie se sintió identificado. Todos fueron ?franceses?. Esto jamás hubiese ocurrido si, por ejemplo, hubiese habido un afroperuano entre los...

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