Ciudad descuartizada.

CargoMarginalizaci

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Las capitales de América Latina son un problema nacional. Un problema en sí mismas. Un reto para el concepto de moda del siglo XXI que ciertas urbes pretenden alcanzar y otras lo ven alejarse cada vez más: la vaporosa idea de calidad de vida, del desarrollo con rostro humano o humano a secas. Ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, México D. F., Santiago, Bogotá o Lima han extraviado la dimensión humana y se hallan fracturadas en una estructura que divide a los pobres de los ricos. Son un enorme espacio construido donde predominan las viviendas antes que los individuos, las personas sin calidad ciudadana. Muchas de ellas tienen el tamaño del infierno: México y Sao Paulo alcanzan los veinte millones de personas y las restantes albergan unos diez millones.

La globalización se ha instalado en ellas para hacer más notorias las diferencias. Ha propiciado los espacios cerrados, incluso claustrofóbicos, ante una insurgencia urbana que recibe el nombre de inseguridad ciudadana. Si Estados Unidos construye un muro en su frontera con México, cada una de nuestras ciudades levanta rejas y obstaculiza el flujo de las personas diferenciadas por el color, el dinero y las clases. El modelo económico neoliberal plantearía un serio problema: se erige como el mejor, el más eficiente en todo caso, que no tiene rival a la vista, pero resulta incapaz de resolver problemas sociales como los de la exclusión. Las ciudades, entonces, son...

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