El circulo de los escritores asesinos.

AutorBustamante, Emilio
CargoEDAD DORADA

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Hace unos días, Diego Trelles me escribió un correo en el que me comentaba el disgusto que había sentido al ver la película Fantasma de Lisandro Alonso, que se exhibió en el último Festival de Cine Latinoamericano de Lima. Diego argumentaba que había detestado la película porque iba en contra de todo lo que un amante de las historias, como él, podía concebir. En efecto, Fantasma es una película experimental en la que prácticamente no hay historia ni trama, y Diego es un contador y un amante de las historias. Era explicable su furia.

El gusto y la alta estima por contar y escuchar historias es evidente en El círculo de los escritores asesinos (Barcelona: Candaya, 2006). En ella, un personaje, Ganivet, sobrevive en la cárcel leyendo El Quijote a los presos. Como El Quijote (inmenso modelo), El círculo de los escritores asesinos es una novela llena de historias. Los protagonistas no solo dan, cada uno, su versión de cómo se formó el Círculo y cómo decidieron matar y, finalmente, ejecutaron al crítico García Ordóñez, sino que relatan historias todo el tiempo. Algunas de estas historias son de lo mejor de la novela (la de Bárbara, la cantante punk, especialmente); pero los personajes cuentan, incluso, argumentos de películas (Mi noche con Maud de Rohmer, El Extranjero de Welles, Acattone de Pasolini), y hasta chismes y anécdotas jocosas. Los personajes del Círculo son unos narradores compulsivos. Y ese gusto por contar historias se complementa con el disfrute y la demanda de quien las lee. Como el público de Ganivet, hipnotizado con la lectura del Quijote, el lector de El Círculo no puede desprenderse del libro, queda capturado por él.

Ese gusto por contar historias no es la única deuda y semejanza que el libro de Diego tiene con su novela favorita. Como el protagonista del Quijote, los personajes de El Círculo transforman, con su imaginación, la realidad en la que viven. Crean ficciones y las habitan. Cuatro personajes (Ganivet, el Chato, Larrita y Casandra) escriben sendos manuscritos en los que dan, cada uno, su versión sobre el asesinato del crítico García Ordóñez. Un quinto personaje (Sawa) es el editor de los manuscritos, quien a su vez los comenta con notas a pie de página. Los cuatro manuscritos más las notas a pie de página, conforman en total cinco versiones de la realidad. Notamos que, como en Rashomon de Kurosawa o > de Akutagawa Ryunosuke, el cuento que inspira el filme, todos mienten. Todos crean ficciones. Los...

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