Del cinturóna la selección

Por PeriodistaCada vez que queremos demostrar que se pueden cambiar los hábitos en el Perú, echamos mano del caso del cinturón de seguridad. Por años esa tira colgada al lado de los asientos de los conductores era un adorno que, según nuestras cavernícolas costumbres, no servía para nada. Hasta que un día salió la ley, los policías se pusieron serios, clavaron multas a diestra y siniestra, y en meses manejar sin cinturón dejó de ser una opción.¿Maravilloso, no? Sí, pero eso ocurrió a finales de los 90. Y, desde entonces, el caso ?cinturones de seguridad? ha dejado de ser un ejemplo virtuoso para dar cuenta de un hecho vergonzoso: es el único logro que tenemos para mostrar. Es la única medalla al buen comportamiento que cuelga oxidada en nuestras paredes, a la que no hemos podido sumarle ninguna más.Esa informalidad que en su momento se convirtió en la forma de supervivencia de los peruanos, hoy es ya un estilo de vida que nos define como sociedad. Por eso, lo que han hecho Gareca y su equipo para llevarnos hasta el Mundial de Rusia ha sido tan asombroso. Y es que esa criollada y pendejerez que nos acompañan todos los días, en el caso del balompié peruano, las encontramos en su máxima expresión. La falta de disciplina, la corrupción, las pésimas condiciones dentro y fuera de la cancha es lo que Gareca encontró cuando aceptó entrenar a nuestra selección. Había individualidades valiosas, claro que sí. Había ganas, de sobra. Había garra, mucha. Pero no había profesionalismo, los futbolistas eran como nuestra sociedad: desarreglosos.Lo de Gareca, ya se escribió mucho al...

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