Cincuenta y dos cada día

Por Ex ministra de JusticiaEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Carolina de 6 años sale a jugar al parque con el nuevo novio de su mamá, Andrea de 11 apoya a su mamá comprando el pan cerca de su casa, Lia de 10 pasea a su perro, Claudia de 12 va camino al colegio en el Metropolitano, lo hace desde los 9 años porque su madre no puede llevarla. Cualquiera de ellas podría ser violada en un lugar que forma parte de su vida cotidiana, corre el riesgo de que su padre, tutor, padrastro, primo o tío abuse de esa relación de confianza, todas ellas están expuestas a un sistema que funciona mal y que reacciona solo cuando lo dramático ha ocurrido. Después de que sucede, solo podemos decirle a su familia que lo sentimos profundamente, acompañarla y exigir justicia. Las últimas semanas hemos sido testigos del dolor y desesperación de familias enteras por el nacimiento de una criatura del vientre de otra criatura ultrajada por su padre, testigos de la indiferencia y negligencia, de la desidia y el desprecio por la vida. Hemos sido parte de un tema colectivo que nos hace pensar que cualquiera de esos niños y niñas podría ser nuestro hijo, y que nada podemos hacer para evitar ese riesgo que es real y se demuestra en las cifras del Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público que te dicen que cada día se presentan 52 denuncias por violación a niñas y niños en el Perú (eso sin contar, por supuesto, los casos no denunciados), y que no hemos logrado controlar eso con penas más severas ni con leyes que en su momento fueron una reacción a dramas similares. Un ejemplo es la Ley 29685, conocida como Ley Brunito, a propósito de la no aceptación de una denuncia por desaparición. La ley obliga a la PNP a recibir denuncias de menores antes de 24 horas y se publicó el día del cumpleaños de Bruno como para decir que las cosas cambiarían, un antes y un después. Pero nadie monitoreó esa norma, una buena norma, sin duda, aprobada en el 2011 a raíz de la trágica muerte de un niño, que pudo evitarse; como pueden evitarse tantas otras si nos hacemos responsables. Podemos continuar aprobando leyes y esto es bueno; hay que estudiarlas y no dar normas reactivas, muchas veces populistas. Hay proyectos interesantes que buscan evitar la prescripción...

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