Se cierra una etapa de la reforma descentralista.

AutorAzpur, Javier

Al hacer un balance del proceso descentralista, es importante tener como punto de partida los pasos significativos que se han dado para consolidar y profundizar esta importante y, por ahora, solitaria reforma del Estado. No solo se ha aprobado un conjunto de normas que dan forma a una nueva organización del Estado en las regiones y localidades, sino que se han iniciado, también, procesos sumamente interesantes. Estos cambios abarcan tanto la distribución del poder y la definición de políticas, como la relación entre la administración pública y la sociedad.

Sin embargo, todavía estamos lejos de una transformación política consolidada, lo que hace necesario promover modificaciones legislativas, aunque no es suficiente avanzar solo en la dimensión legislativa. Se deben impulsar, asimismo, procesos orientados a la consolidación de un sistema de gobierno basado en la autonomía de las instancias de gobierno regional y municipal, así como la construcción de las condiciones y capacidades necesarias para promover el desarrollo territorial.

Para ello, se requiere una visión estratégica del proceso descentralista que hoy no existe y que nos debería llevar más allá de los marcos definidos en la actual estructura legislativa, consolidando los avances y, al mismo tiempo, buscando la reorientación del proceso en una nueva perspectiva de conjunto. La ausencia de un proyecto claro ha sido una constante en estos anos de reforma descentralista, y ello ha hecho muy difícil avanzar a partir de una propuesta de mediano y largo plazo.

LA DESCENTRALIZACIÓN COMO PARTE DE UNA REFORMA DEL ESTADO

En lo que se refiere a la reforma política y administrativa, constatamos que la descentralización no forma parte de una propuesta integral de transformación democrática de la administración pública. En estos años, diversos sectores hemos hecho notar la carencia de voluntad política del Gobierno y el Congreso para hacer realidad un rediseño de la estructura de competencias y funciones. Hemos comprobado que, en muchos casos, se transfirieron funciones solo en el papel, ya que no se asignaban los recursos necesarios para que las instancias de gobierno subnacional pudieran asumir sus responsabilidades en las políticas y proyectos regionales y locales.

El problema, sin embargo, es bastante más complejo. Un proceso de transferencia de competencias al margen de una propuesta que reordene integralmente la forma como se define, organiza y distribuye el poder en la administración pública, no tiene viabilidad. Sin esa visión de conjunto, corremos el riesgo de que los avances en la transferencia de competencias signifiquen, por ejemplo, duplicidad e ineficiencia. Si entendemos que la gran mayoría de funciones son...

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