Ciento diez años de Tunguska

Por tomás ungerEl 30 de junio de este mes se cumplen 110 años de la explosión más grande de la historia del hombre. Esta ocurrió en una de las regiones más deshabitadas del planeta, en Siberia (Rusia). La población mundial en aquel entonces no llegaba a los 1.500 millones, por lo que muy poca gente fue testigo del evento, conocido como Tunguska. ?El cielo se abrió?En 1908, Siberia estaba casi en total abandono. Rusia y Europa estaban preparándose para la Primera Guerra Mundial, y 9 años después vendría la Revolución Rusa. Estas circunstancias hicieron que Tunguska ?llamado así por el río Podkamennaya Tunguska, que se ubica cerca de la zona de la explosión? no llamara tanto la atención. Sin embargo, las consecuencias que se fueron conociendo en los siguientes años dieron una idea de la magnitud del evento. Los pocos testigos presenciales coincidieron en su descripción, a pesar de haberlo observado a más de 100 kilómetros de distancia uno de otro: ?El cielo se abrió y apareció otro Sol, seguido de una explosión?. Varios de ellos fueron arrojados al suelo por una onda expansiva. Luego se produjo una serie de explosiones similares a disparos de artillería. La tierra tembló aun en sitios alejados donde no se vio nada en el cielo. En las pocas viviendas de la zona ?las más cercanas a 60 kilómetros? se rompieron todos los vidrios. Nunca se llegará a saber si había gente en el área de impacto, pues 2 mil kilómetros cuadrados de bosques fueron totalmente destruidos. Entre lo poco que quedó estaban los restos carbonizados de cientos de venados. ?El meteorito?Debido a lo apartado de la zona y a las circunstancias políticas de Rusia, nadie se preocupó de averiguar qué había sucedido en Tunguska. La única fatalidad registrada fue la de un cazador, que murió en el borde del bosque a unos 50 kilómetros de la explosión. Si hubo más víctimas, pues no quedó huella. Recién en 1927 el gobierno soviético se preocupó de enviar una comisión a estudiar el hecho. Eventualmente, un grupo de científicos estableció que había caído un meteorito de cerca de 100 metros de diámetro, que entró a la atmósfera a unos 110 mil kilómetros por hora. La fricción se encargó de quemarlo antes de que se acercara a 2.000 kilómetros del suelo. La bola de fuego expansiva, además de desaparecer 80 millones de árboles, dejó un círculo de troncos desprovistos de ramas. A partir de residuos, testimonios, la huella de la bola de fuego y otros restos del impacto, se ha llegado a reconstruir...

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