Chucho era todo corazón

Por Jorge Barraza. ColumnistaLa muerte es una instancia tan severay#8230;! Y a veces ilógica, injusta, incomprensible, tremendamente absurda. Mantiene por años en estado vegetal a un anciano desahuciado y se lleva a un muchacho de 27, en apariencia saludable, fuerte, pletórico de vida, deportista de élite, alegre, feliz por lo que el destino le estaba deparando. Un ídolo además.?Murió Christian Benítez?. Una llamada nos anotició el lunes por la mañana, así, a quemarropa. ¿Qué Christian Benítezy#8230;?, preguntamos, porque uno siempre piensa que es otro. O inconscientemente desea que sea otro. Pero la respuesta cae como una maza: ?Chucho Benítez, el delantero de Ecuador?. La información causó estupor mundial. No es natural que fallezca, repentinamente, una persona vital, en su total plenitud física, intelectual, emocional.Veintidós días antes había llegado a Qatar. Lo había contratado el Al Jaish en 12?270.000 dólares. Su último acto futbolístico fue consagrarse campeón mexicano con el América y goleador del torneo. Sumaba 58 partidos y 24 goles con la selección. Un crack, Chucho. Un gol suyo decretó la primera derrota de Colombia en el ciclo Pekerman.En la cancha era todo corazón, justamente su rasgo distintivo: una entrega absoluta, pujanza, potencia, entusiasmo, ambición. Daba todo. Ahora sabemos que tenía un corazón delicado, frágil. Un caso increíblemente similar al del ?Búfalo? Juan Gilberto Funes, aquel que se reveló con la azul de Millonarios, cuando en la Argentina apenas lo conocían la madre y el padre. La palabra toro le quedaba chica al centrodelantero de San Luis, era un ciclón atacando, se llevaba tres marcadores a la rastra, iban agarrados del pantalón, colgados de la camiseta de Funes. Y él como si nada, no los sentía. Después despedía un misilazo al arco. Así marcó dos goles que le dieron a River su tan anhelada primera Libertadores en 1986, en las finales frente al América de Cali.Y guapo, atrevido, fuerte como Chucho. Era el afiche de la salud. Sin embargo, el tictac de su reloj interior corría más aprisa de lo debido. En 1989, cuando estaba a punto de firmar contrato con el Niza, un médico francés sentenció que algo no funcionaba bien en su corazón. ?Endocarditis protésica?, fue el odioso dictamen. No debía jugar más, aconsejaban. ?¿Qué...? Me quieren perjudicary#8230;?, se quejó el mastodonte. ?Estoy perfecto, se arrepintieron de hacer la transferencia y ahora me ensucian con esto para justificarse?. Rabioso, se volvió a...

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