Chompitas

Por Gustavo Rodríguez. Escritor y comunicadorCada vez que un niñito desarrapado se acerca a pedirme unas moned as, lucho por no sentirme un desalmado cuando se las niego. Antes me era aun más difícil. Me tomó tiempo darme cuenta de que los verdaderos desalmados son quienes trafican con la culpa de los demás mientras condenan a un infante a adquirir la forma de un parásito en lugar de inculcarle los valores que construyen a un ser humano pleno. Pero donde no me acompaña ningún arrepentimiento es cuando paso de largo frente a esos módulos que recolectan chompas y abrigos cuando se va a iniciar la temporada fría en la sierra de nuestro país. Incluso ahora, como ocurre cada año, ya empezaron a emitirse mensajes en nuestras ciudades para que seamos solidarios con nuestros compatriotas de las zonas alto andinas y les donemos ropa gruesa para librarlos de la helada muerte. Una ingenuidad bien intencionada, la verdad.El enemigo de los 500 niños y ancianos que morirán este año a causa del invierno andino no es la falta de frazadas o abrigos, sino sus propias casas. La enorme mayoría de viviendas precarias que se alzan a más de 4 mil metros sobre el mar son trampas mortales que, irónicamente, no atrapan el calor de las mañanas. Imagínese dormir sobre un suelo húmedo de tierra y bajo un techo que no está completamente cerrado mientras que afuera soplan vientos de hasta -15 grados y dígame si las chompitas que buenamente se recolectan no son como aspirinas frente a un ataque bacteriológico.Afortunadamente existen soluciones de fondo, económicas e inteligentes, para este problema serio. Gracias al grupo impulsor Inversión en la Infancia pude conocer hace algunos meses dos proyectos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR