La chispa que incendió a Toledo

Por fernando vivasLe conocimos la amargura antes de su paso por el poder. Con ella no hubo desengaños poselectorales como los hubo con Nadine Heredia. Ya en plena campaña Eliane Chantal Karp Fernenbug nos notificó su tremenda pica hacia todo lo que se opusiera a su ?cholo sano y sagrado?, sobre todo si venía de los ?pituquitos de Miraflores?. Fue, precisamente, esa catilinaria lanzada en un mitin de cierre de campaña en Áncash en el 2001 que convenció a su esposo y entorno de la urgencia de alejarla de los reflectores. Si en las primeras semanas de la contienda fue una grata sorpresa encontrar a una profesional segura de sí al lado del candidato, que hasta ganaba tests de conocimiento en Canal A (Beto Ortiz contó que con ?ayudita? de la producción, aunque quizá esta fuera innecesaria dada su innegable cultura); su mal genio pronto la convirtió en veneno de márketing. Su mirada furiosa, enmarcada en la orquillada cabellera rubia, parecía una chispa que incendiaría varias praderas. Inteligentemente, aceptó el mutis, pues su objetivo principal ?quedó claro entonces y se ratifica hoy? era el poder. No se trataba en su caso de la simple esposa solidaria con el proyecto político del consorte. Anoten que, tras 12 años de casados, el matrimonio se había roto en 1991. Fue del todo ajena a la candidatura de Toledo en 1995, pues trabajaba en la banca israelí por aquel entonces. Recién regresó en 1997, cuando Alejandro pasó unos días de rehén del MRTA en la residencia del embajador de Japón y ella necesitaba estar cerca de su hija Chantal, que se había quedado en el Perú. Se amistó con Alejandro y planificaron juntos un nuevo y definitivo salto al poder. Como una romántica formalidad, se volvieron a casar en Chinchero en plena campaña. Ya convertida en primera dama, tuvo algunas apariciones en las que su mal genio hizo trizas el protocolo: la más elocuente imagen la tuvimos el 28 de julio del 2004, cuando levantó desafiante el puño, a pesar del malestar de su marido, en el homenaje a las víctimas del incendio del Banco de la Nación, el saldo trágico de los Cuatro Suyos. Por cierto, esa fue la epopeya oficial del toledismo y a ella no la vimos ni con la máscara de gas. No hubo máscaras con Karp, quien mostró su verdadero carácter antes, durante...

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