El ?Chino? y las Brigadas Rojas

Dos años antes de que Sendero Luminoso alterara nuestras vidas, los peruanos seguimos por 55 días los incidentes de una acción terrorista: el rapto y asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro. Mucho de lo que pasó en Roma entre el 16 de marzo y el 9 de mayo de 1978 ha marcado hasta hoy la percepción universal del terrorismo urbano de célula clandestina que medra entra la universidad pública y sus escondrijos. Los perpetradores, las Brigadas Rojas, eran una derivación fundamentalista del comunismo italiano.¿Fujimori tiene algo que ver con Moro? No, nada. El ?Chino? fue un outsider desideologizado que fundó un ?partido express? solo para postular; Moro era dirigente de la Democracia Cristiana, el partido que gobernaba Italia ininterrumpidamente desde la caída del fascismo en 1946. Había sido primer ministro (la máxima autoridad en ese régimen parlamentarista) entre 1963 y 1968 y volvió a serlo entre 1974 y 1976. Más insider, imposible. Tan integrado al sistema era Moro que, desde que dejó el premierato en julio del 76 había bregado junto a Enrico Berlinguer, líder del Partido Comunista Italiano, para forjar el Compromesso Storico, que le permitiría a la DC mantener su hegemonía compartiendo el poder con los comunistas.Precisamente en la mañana del día en que su correligionario y sucesor, el primer ministro Giulio Andreotti, iba a recibir en el Parlamento el respaldo del PCI, como primera concreción del ?compromesso?; un comando de las BR, disfrazados de tripulación de Alitalia, emboscó al auto que trasladaba a Moro, mató en el tiroteo a sus cinco escoltas y lo secuestró. En sus primeros comunicados ?hubo varios? dijeron que el objetivo del secuestro era canjear a Moro por un grupo de sus correligionarios presos. El gobierno se resistió a negociar. El 9 de mayo, el cadáver apareció en la maletera de un auto abandonado, cerca de los locales de la DC y del PCI. Muerto Moro, el acuerdo lo sobrevivió por poco tiempo.Sesenta y tres brigadistas fueron detenidos y juzgados, en audiencias públicas, en jaulas puestas en un auditorio. Cincuenta y cuatro mostraron espíritu colaborador y nueve rebeldes fueron puestos en una jaula aparte desde donde gritaron consignas y la sala les respondió con abucheos, hasta que los jueces pusieron orden. Es posible que ese juicio inspirara, de alguna forma, la puesta en escena de Abimael Guzmán enjaulado con traje a rayas.?Condonados?La comparación que hace el presidente del TC, Augusto Ferrero Costa, al...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR