Los chicos del vóley

Por Enrique PlanasEra sábado por la tarde en San Marcos y las luces de neón del viejo coliseo estaban prendidas solo para ellos. Habían terminado de cambiarse, las de Letras vestían camisetas negras y las de Educación, naranjas sin mangas. Con las faldas tan cortas, imagino que se morían de frío. En la San Marcos a fines de los ochenta, esos chicos intentaban pasar desapercibidos en los días de clases. Podían refugiarse en el cariño de sus compañeras, pero tenían pocos amigos. Siempre eran el punto de las burlas homofóbicas. Los izquierdistas éramos los más machistas incluso. Pero esos sábados eran especiales. En esos partidos fuera de programa, ellos podían ser en la cancha quienes quisieran. Se plantaban bien en la cancha. La que le decían ?La China? tenía el servicio. La bola salió despedida como un meteoro con un falsete, va con el efecto de una parábola, roza la net y se precipita al suelo. Es punto para el equipo de Educación. En las graderías casi vacías, solo hay un racimo de fieles, en su mayoría chicas y algún estudiante curioso que mira desde lejos para burlarse.A otro le decían ?Natalia Málaga? porque ambos se peinaban igual, amarrándose el pelo en una corta cola de caballo. En ese momento, él sirve el saque, proyecta en el salto su figura alta y delgada, y rechaza con el puño la bola que obediente se eleva y vuelve a bajar hacia los brazos depilados y fibrosos de la china. Él la manda sin vacilar hacia atrás, con un grito que anuncia el ataque. Su figura se eleva por encima de la net, otros tres saltan para bloquearle...

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